19 marzo 2006

¡Es que no pasa nada!

Es una queja bastante habitual de ciertos espectadores en cierto tipo de películas, y que yo no termino de entender muy bien. La última vez que la he oído ha sido de una compañera de trabajo, en referencia a "Brokeback Mountain"; que si es lenta (ahí estamos de acuerdo), que si la historia es convencional (se podría discutir), que si no pasa nada... ¿Hemos visto la misma película? En dos horas no sólo dos pastores se enamoran y toda su vida queda marcada por ese hecho, sino que además destrozan las vidas de los que les rodean al pretender no salirse de los dictados de la sociedad pero, a la vez, continuar viéndose como si el tiempo se hubiera detenido en aquel verano pastoreando ovejas en la solitaria montaña.
Por eso digo que no entiendo esa crítica. ¿A qué se refiere la gente cuando dice que no pasa nada? ¿Que no hay asesinatos, persecuciones en coche, peleas monumentales? La acción está en otras cosas (como ocurre, por otro lado, en la vida real), menos espectaculares, pero no por ello menos importantes. Y hay buenas películas, y además recientes, que se encuadran en esa categoría de películas de personajes, de diálogos, en las que "no pasa nada" pero ocurren muchas cosas.
Tomemos por caso, "Smoke", dirigida al alimón por Wayne Wang y el novelista Paul Auster, y que unía las historias del dueño de un estanco (Harvey Keitel), un escritor en una fase no muy boyante de su vida (William Hurt) y un chico en busca de su padre (Harold Perrineau Jr. Sí, el de "Perdidos"). No pasa nada porque ninguno emprende ningún viaje de redención personal, ni debe desvelar ningún secreto que puede resultar mortal, pero las interacciones entre los personajes los van cambiando, nos descubren cómo son en realidad, hace que, a lo largo de la película, algunos vayan evolucionando. La relación entre Bill Murray y Scarlett Johansson en "Lost in translation", por ejemplo, se va fraguando más por cómo se miran, por su lenguaje corporal, que por las cosas que dicen o lo que hacen. También las películas de Isabel Coixet se llevan esa crítica de que "es que no pasa nada". Pero en "Cosas que nunca te dije" suceden un montón de cosas debajo de esos diálogos absurdos a lo "Doctor en Alaska", sólo que hay que detenerse a verlas.
Por lo general, estas películas demandan que el espectador esté despierto porque, si no, el meollo de la cuestión pasará ante sus ojos sin que se dé cuenta. No nos toman por estúpidos y a veces, tal vez por eso, la gente las encuentra aburridas y lentas, en especial si van a verlas animados por críticas entusiastas que hablan de su intensidad o su desgarro, pero olvidan añadir que no tiran de fuegos de artificio para contar su historia. "Brokeback Mountain" es tan sobria y contenida como Ennis, uno de sus protagonistas, y "Escondido" es más interesante precisamente por esa sencillez narrativa (y por ser un gran macguffin del que Hitchcock estaría orgulloso, como ya dijimos en su momento).
En todas estas películas "parece" que no pasan cosas, pero hay que estar atento para descubrirlas, como ocurre en la realidad.

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