01 mayo 2006

¿Pantalla pequeña o grande?

A propósito de "La joya de la familia" (que ni fú ni fá, por cierto), la primera película post-Carrie Bradshaw de Sarah Jessica Parker, en la que ella da vida, bastante convincentemente, a un personaje inseguro muy alejado de Carrie, se hace evidente lo que les cuesta a algunos actores que han triunfado en la televisión traspasar ese éxito al cine. Y eso que hay estrellas que empezaron en la pequeña pantalla: Michael Douglas ("Las calles de San Francisco"), Clint Eastwood ("Rawhide"), Will Smith ("El príncipe de Bel-Air") o Johnny Depp ("Nuevos policías"), y otras que han alternado ambos medios con cierta fortuna (Candice Bergen y "Murphy Brown" y George Clooney antes de dejar "Urgencias").
Sin embargo, lo normal es que cueste un triunfo dar ese salto. Antes de "Sexo en Nueva York", Sarah Jessica Parker había participado en un buen número de películas que hicieron que fuera una cara más o menos conocida, como "Footloose", "Ed Wood" o "Mars Attacks!", pero ha sido la serie la que la ha lanzado a una liga mucho mayor. Sin embargo, parece que sus principales esperanzas en la gran pantalla se ponen en una comedia romántica, "Novia por contrato", que en EE.UU. no funcionó demasiado bien, en un caso que recuerda demasiado a Jennifer Aniston. Ésta lleva intentando conseguir un megaéxito desde la mitad de "Friends", y lo único que ha logrado es, además del interés de los tabloides por su boda y divorcio de Brad Pitt, cierto reconocimiento de la crítica gracias a un par de películas independientes, "The good girl" y "Friends with money", que se ha estrenado recientemente en EE.UU. y en la que comparte reparto con "monstruos" como Joan Cusack, Frances McDormand y Catherine Keener. Sí, ha hecho varias comedias que han tenido éxito, y no para de trabajar, pero todavía no es suficiente para alcanzar el gran éxito de "Friends".
Por otro lado, tenemos a las estrellas de series orientadas, sobre todo, al público juvenil que dan el salto al cine en películas de terror para adolescentes. ¿Por qué? ¿A qué agente de mente preclara se le ocurrió que semejante idea podía funcionar? Porque esas películas hacen un buen primer fin de semana, pero se olvidan tan rápido como llegaron, y sus actores no tienen garantizado el próximo filme (como no sea la secuela). Ahí tenemos a Neve Campbell y Courtney Cox en "Scream" (quizás la excepción de la última ola de terror-casquería adolescente por su evidente aspecto paródico), Sarah Michelle Gellar en "Sé lo que hicistéis el último verano" (con Jennifer Love Hewitt) y "El grito", Tom Welling y Maggie Grace en "Terror en la niebla", y la última en subirse a este carro es Kristen Bell con otro televisivo, Ian Somerhalder, en "Pulse", enésimo remake de una cinta japonesa.
Lo bueno de todo este asunto, es que algunos de estos actores hacen películas independientes "de calidad" o totalmente alejadas de estas convenciones del terror o la comedia romántica como una manera de cimentar una carrera más intersante (al menos, sobre el papel). La propia Bell ha rodado también una curiosa historia de frikis de "La guerra de las galaxias" llamada "Fanboys", que tiene el respaldo de los hermanos Weinstein detrás y que tiene pinta de superar el frikismo de Kevin Smith. Y una "perdida" como Emilie de Ravin aparece brevemente en "Brick", una de las películas que más está dando qué hablar entre los críticos por su mezcla de cine negro y temática de instituto.
Una de cal y otra de arena parece ser la tónica para estas estrellas de la tele. Por ahora, entre los pocos que van logrando una carrera interesante, están Lisa Kudrow (básicamente en el sector independiente, con títulos como "Lo opuesto al sexo"), Michelle Williams (que debe rentabilizar el éxito de "Brokeback Mountain") o la que puede ser el próximo ejemplo de paso sin trauma de la tele al cine: Kate Bosworth, de "Jóvenes rebeldes" a "Superman returns".

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