07 junio 2012

Un sheriff de pocas palabras

El sheriff lacónico, que no desperdicia las palabras y que gusta más de actuar que de hablar, es una de las figuras más clásicas de los westerns. Esos grandes espacios abiertos y esa sensación de frontera, de territorio complicado, terminan provocando que los hombres que vivan en ellos se endurezcan y se acostumbren a pasar mucho tiempo solos, a ir al grano en lo que quieren y casi a alienar al resto de la gente de su alrededor. Un poco así es el protagonista de "Longmire", una serie de la cadena A&E que adapta una saga de novelas protagonizada por Walt Longmire, un sheriff de un condado remoto del estado de Wyoming. Longmire perdió a su esposa hace ya un año y, desde entonces, se ha abandonado, descuidando su trabajo y las relaciones con su hija y con sus subordinados. Un asesinato en las montañas lo sacará de su letargo, y da el punto de partida para esta serie que mezcla, de un modo muy convencional, el policiaco y el western.

La figura sobre la que gira todo, la del sheriff Longmire, está encarnada en el actor australiano Robert Taylor, alguien que fuera de su país quizás sea más conocido por ser uno de los secuaces del malvado agente Smith de "Matrix", y que físicamente da el tipo de esos hombres grandes y taciturnos del Oeste. Tampoco es que tenga un gran carisma, pero no resulta odioso verlo moverse por esas carreteras rectas con las montañas al fondo, o hablando con su amigo cheyenne, o discutiendo con su ayudante, Vic, una antigua detective de homicidios de Filadelfia reubicada en Wyoming, a la que interpreta Katee Sackhoff. Esa relación entre Walt y Vic deja los mejores momentos del piloto y apunta, de hecho, a ser lo más divertido de la serie. Además, cerca del pueblo hay una reserva india, algo que puede dar mucho juego si logran llevarlo más allá de los clichés.

Con estos mimbres, "Longmire" podría derivar hacia "Justified" (los condados de Absaroka y Harlan parecen tener bastantes puntos en común), pero no da la sensación de que la serie quiera hacerlo. Hay que ver más episodios para saber si los casos serán menos genéricos que el resuelto en el primero, y si tendrán consecuencias en algunos de los protagonistas, pero la comparación que hicieron un en un blog estadounidenses con las tv movies sobre Jesse Stone. protagonizadas por Tom Selleck, no va desencaminada. Son historias a la antigua usanza, con detectives con una gran tristeza a cuestas a los que les cuesta salir de su concha, y con desarrollos tirando a lo convencional. En esta serie es todavía más cierto eso de que son los personajes los que acaban enganchando en los títulos de policías.

En este caso, como decimos, es la relación y las discusiones entre Walt y Vic las que pintan mejor, porque el otro ayudante que se presenta contra Longmire en las elecciones a sheriff tiene, de momento, muy pocos matices. Las series que A&E ha hecho hasta ahora no destacan por ser rompedoras ni controvertidas; sólo buscan hacer bien una historia con un punto de partida familiar para el gran público. Oh, y la secretaria de Walt es Louanne Stephens, o lo que es lo mismo, la abuela de Matt Saracen en "Friday Night Lights".

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