12 diciembre 2012

El cuento del náufrago y el tigre

Ang Lee es un director realmente peculiar. Lo mismo dirige comedias familiares como "Comer, beber, amar" que entrega adaptaciones literarias inglesas ("Sentido y sensibilidad"), westerns ("Cabalaga con el diablo"), dramas sobre represiones en familias de clase media estdaounidenses ("La tormenta de hielo"), desgarradas historias de amor entre dos hombres ("Brokeback Mountain"), aventuras de artes marciales ("Tigre y dragón"), películas de superhéroes ("Hulk") o fábulas como "La vida de Pi", una historia sobre la fe y la importancia de los cuentos (de la ficción) que adapta un libro de Yann Martel que mucha gente pensaba que era imposible de trasladar al cine. Al fin y al cabo, su grueso principal muestra a un chico sobreviviendo en el mar en un bote salvavidas, y con la única compañía de un tigre de Bengala.

Es una película bastante curiosa e interesante. Tiene una estructura muy tradicional de que la historia se nos cuente a través del diálogo entre dos personas, un escritor y Pi, el protagonista, que le narra cómo sobrevivió al naufragio en el que perdió a toda su familia. El escritor se interesa también por su vida en India, cuando era un chaval que se volvía adepto de todas las religiones porque en todas buscaba algo que le llenara espiritualmente, y al que su padre le decía que tenía que tomar decisiones basadas en su pensamiento racional, y esos primeros momentos de la cinta resultan ser de vital importancia para comprender bien el final, que incluye un detalle que es el que "hace" a la película, el quer la convierte en algo más que un mero espectáculo visual que, todo es cierto, resulta impresionante.

"La vida de Pi", a pesar de todas las veces en las que se habla de Dios en ella, toma una postura ante la fe que no es la que podríamos esperar, más racional, y también aboga por la importancia de las historias, de la ficción, para ayudarnos a superar momentos difíciles. Puedes decidir que quieres creer en una historia que sabes que no es creíble porque resulta más interesante, o te permite evadirte de tus problemas, pero la clave está en que tú decides hacerlo, eliges esa opción de forma consciente y sin hacerte ilusiones de otras cosas. El envoltorio de la película de Ang Lee es realmente espectacular (esa ballena verde...), pero es ese aporte justo al final lo que hace que merezca la pena por algo más que por ver a un tigre de CGI verdaderamente impresionante.

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