24 marzo 2015

El drama y la alegría de la renovación

En la primavera de 2006, los fans de "Verónica Mars" casi no tenían ya uñas esperando ver qué destino le deparaba a la serie la unión de UPN y The WB en The CW. Las audiencias de su segunda temporada no habían sido especialmente buenas y, con la fusión de ambas cadenas, sólo unos pocos títulos de ambas podrían dar el salto a la nueva cadena. Los fans de "Verónica Mars" ya habían vivido una renovación in extremis en la primera temporada, y en la segunda, y tocaba sufrir de nuevo de cara a una tercera en la que estar pendiente de sus audiencias semanalmente se convirtió en una nueva forma favorita de tortura. Esa tortura la comparten todos los fans de series seguidas por una audiencia muy fiel y ruidosa, pero no lo suficientemente numerosa como para que la cadena no tenga que pensarse si no sería mejor cancelarla.

Habitualmente, estas noticias de campañas de renovación suelen llegarnos desde Estados Unidos, y los seriéfilos de este lado del charco nos dedicamos a seguir desde la distancia las dificultades de nuestras series favoritas. La preocupación casi continua, y la alegría desmedida, de las renovaciones de "Fringe" a partir, prácticamente, de su segunda entrega son uno de los ejemplos más claros de los últimos años, junto con el pesimismo constante de los fans de "The good wife", convencidos que ni las buenas críticas ni las nominaciones a los Emmy pueden ser suficientes para que CBS quiera seguir con una serie por debajo de los diez millones de espectadores. Pero Alicia Florrick resiste, y del mismo modo ha resistido "El Ministerio del Tiempo", cuya renovación por una segunda temporada ha sido la noticia televisiva del día, con permiso del regreso a FOX de "Expediente X" en forma de miniserie de seis capítulos.

Desde un punto de vista totalmente personal, el alivio y la alegría que me ha dado esa noticia eran comparables a esas renovaciones de "Fringe" o de "Verónica Mars", o incluso cuando Syfy anunció que, a pesar de unas pobres audiencias en su tercera temporada, "Battlestar Galactica" tendría una cuarta entrega, aunque sería la última. Si nos evadimos por un momento de las razones puramente empresariales, estos anuncios son algunas de las cosas que mejor pueden pasarles a los fans. La explosión de alegría que se vive en Twitter en uno de esos momentos merece la pena vivirse, aunque en el fondo seamos conscientes de que esas series pueden tener nuevas temporadas por causas que, a lo mejor, nada tienen que ver con su calidad, o la fidelidad de sus seguidores. Da igual, porque en ese momento, nadie puede quitarles el cielo a los fans, como decían en "Firefly".

Seguir la marcha en audiencias de una serie puede ser toda una montaña rusa emocional, más cuando esa serie es una en cuyo futuro sí que podemos influir directamente. Y también es verdad que, una vez que ya se sabe que habrá nueva temporada, empieza otra preocupación, la de ver qué harán en esos nuevos capítulos. El director de TVE ha apuntado en el FesTVal de Murcia que podían introducirse cambios en "El Ministerio del Tiempo" para hacerla más accesible a la audiencia, sin especificar a qué se estaba refiriendo (y sin sorprenderse de que una serie como ésta, de puro entretenimiento, tenga que hacerse "más accesible". ¿Accesible a quiénes?)

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