31 enero 2014

Los cliffhangers de los anuncios

¿Los cortes para publicidad generan mejores dramas? Con esa pregunta arranca un artículo en The Guardian que examina algo a lo que no solemos prestar demasiada atención quienes vemos series por Internet y lejos de las plataformas habituales; la estructura que los anuncios dan forzadamente a los capítulos. En España, esto es difícil de comprobar y de analizar porque las cadenas suelen colocar los cortes de anuncios donde les da la gana, básicamente, y lo hacían ya antes de esa pauta única que ha sido el desbarajuste total y absoluto, que fuerza a que te caiga un bloque de cinco minutos de publicidad en medio de un gorgorito de Rachel en "Glee" (literalmente en medio). El diario británico hace esa reflexión aprovechando el nacimiento de ITV Encore, un canal de pago a través de Sky en el que las series emitidas allí lo harán sin publicidad, y trae a colación esa estructura en cuatro actos de los episodios obligada por los cortes para los anuncios.

Eso es algo que los guionistas de títulos de network conocen perfectamente, y que aprovechan para intentar enganchar a los espectadores. Por eso, es habitual que antes de la pausa haya algún tipo de mini-cliffhanger, revelación o hecho sorprendente, y también se ha vuelto bastante común que unas cuantas series retrasen todo lo que puedan sus títulos de crédito, pues después de ellos es cuando llega el primer corte de anuncios. "The Good Wife", por ejemplo, tiene unos cold open que duran a veces quince minutos (son más el primer acto, directamente, que el cold open) y en "Sleepy Hollow", esa circunstancia se fue haciendo cada vez más habitual conforme pasaban los episodios. Muchos guionistas se quejan de que es una estructura muy rígida y que deja poco margen para probar cosas nuevas, pero tienen la ventaja de que, cuando se sientan a escribir los capítulos, saben en qué punto tendrán los espectadores que soportar cinco minutos de anuncion, así que no sólo se acuerdan de colocar pequeños cliffhangers antes, sino que a veces incluyen algún recordatorio de lo que acabamos de ver después de la publicidad.

Es ese viejo truco de los realities del "coming up" y el resumen de lo que llevamos visto antes y después de cada corte, y que puede convertir en un suplicio ver esos capítulos sin anuncios porque la repetición en la que se basa su estructura queda terriblemente patente (sobre todo si el reality es una castaña). El artículo de The Guardian apunta que cuando HBO se metió de lleno en el negocio de la ficción de producción propia no fue una revolución sólo porque su no dependencia de la publicidad permitía que se tocaran temas más provocadores, sino porque liberó a los guionistas de la tiranía de los cuatro actos. También recoge algunas declaraciones de creadores que han trabajado en un modelo y en otro, y que señalan que, a veces, saber que tienes un parón al cabo de un bloque de diez minutos, por ejemplo, puede ser bienvenido para no alargar artificialmente de más una situación de tensión, pongamos por caso. La ventaja es que saben cuándo tienen que incluir dichos cortes, pueden escribir teniendo en cuenta en qué puntos entran las pausas publicitarias, o si no van a tener ninguna. Y eso sí que ayuda a veces a que salgan mejores series.

30 enero 2014

Después de la Boda Roja

Uno de los eventos televisivos del año pasado fue la Boda Roja, el momento más esperado, y más álgido, de la tercera temporada de "Juego de tronos". Fue un momento que impactó a los espectadores (tanto a quienes habían leído los libros como a los que no) y que levantó todo tipo de reacciones en Internet, algunas de las cuales se volvieron tan virales como esa famosa secuencia. La masacre en los Gemelos es un punto de inflexión crucial en la historia de la guerra de Poniente, pues entre ella y la batalla del Aguasnegras se crea una sensación de falsa seguridad y calma que es el preludio de otras cosas terribles aún por ocurrir. También puede ser un punto de inflexión para la serie, del mismo modo que lo fue la ejecución de Ned Stark en la primera temporada. Puede dar la impresión de que es un momento que no se puede superar, de que lo que queda desde ahí es todo cuesta abajo, pero tampoco puede utilizarse la Boda Roja como estándar para determinar si los capítulos siguientes merecen o no la pena. A estas alturas ya deberíamos saber que "Juego de tronos" es más una serie de personajes que hablan, y que las puñaladas son más "virtuales" que reales (aunque de éstas hay bastantes).

Va a ser interesante afrontar la cuarta temporada, que se estrena en HBO el 6 de abril, con la experiencia de la montaña rusa de emociones que fue la recta final de la tercera ya detrás de nosotros. Si esos episodios terminaron de afianzar la posición de la serie como gran fenómeno pop mundial, los de la cuarta llegan con la amenaza del backlash pendiendo sobre ella como la espada de Damocles, una amenaza en parte inevitable después de todo lo vivido con "The rains of Castamere" y, en parte, también injusta, porque significará que buena parte del público ignorará todo lo que pase a  no ser que haya traiciones que acaben en matanzas indiscriminadas cada dos capítulos. En "Juego de tronos" no faltan los giros en la trama (y mucho menos en esta segunda mitad de "Tormenta de espadas" que va a adaptar la temporada), pero es en la evolución de sus personajes donde está lo realmente interesante. Especialmente, en esta nueva entrega será interesante ver cómo maniobran los Tyrell ahora que Margaery está a punto de casarse con Joffrey y convertirse en reina de Poniente (no, "Say yes to the dress: King's Landing" no ha terminado aún), y hay curiosidad por ver cómo se va a introducir a todo un grupo de personajes a los que, hasta ahora, la serie no ha prestado demasiada atención, pero que tienen su importancia; los príncipes de Dorne.

El trailer de la cuarta temporada insinúa algunas de esas cosas aún por venir, pero lo que destaca al verlo es algo que también destacaba en la tercera temporada, y es el hecho de que "Juego de tronos" ha logrado una entidad visual notable. El trabajo de directores como Alan Taylor (que ahora se dedica a los blockbusters), Michelle McLaren, David Nutter, Alex Graves o Neil Marshall ha sido fundamental no sólo para crear ese mundo de Poniente de una manera realista, sino para "narrar" la historia aportando algo más que un encuadre en el que quepan todos los personajes. Los planos de Daenerys hablando en su tienda con los capitanes de las escuadras de mercenarios, por ejemplo, estaban diciendo a veces mucho más que los diálogos o el lenguaje corporal de los actores, y era justo el aspecto que faltaba por dar en la serie el salto cualitativo que el resto dio entre el final de la primera y el principio de la segunda temporada.

Pero, otra vez, van a ser las expectativas sus peores enemigas. La Boda Roja arroja una sombra demasiado larga, y sus consecuencias se sienten durante bastante tiempo como para que público y propia serie la olviden, pero esta cuarta entrega puede marcar también un cambio en "Juego de tronos"; un cambio de protagonistas principales, de escenarios, de situaciones... Es una serie que está en constante movimiento incluso cuando parece que lo único que hacen sus personajes es hablar, y ya nos ha quedado demostrado más de una vez que tan pronto estás sentado en el Trono de Hierro, como caído a los pies de los escalones que llevan hacia él. Y, sin spoilear nada, y más a título personal, me intriga ver cómo van a integrar el pasado en la historia presente, o si van a hacerlo. Lo que la rebelión de Robert Baratheon se llevó por delante para destronar al rey Aerys no se queda en el pasado.

29 enero 2014

La vida de la Madre

ALERTA SPOILERS: El episodio 200 de "Cómo conocí a vuestra madre" ha generado mucha conversación porque es la primera vez en la que vemos el punto de vista de ella. Pero si no lo habéis visto, ni la habéis escuchado cantar esa canción del bollito con mermelada que habría encantado a Liz Lemon, no sigáis leyendo.

Conforme pasan las temporadas, las comedias van tirando cada vez más de momentos sentimentales, más que de grandes gags, para marcar sus capítulos importantes. Es un recurso que siempre funciona porque, nueve temporadas después, tenemos cierta conexión con esos personajes, los conocemos a la perfección, y cualquier cosa que los implique emocionalmente va a tener cierta resonancia. "Cómo conocí a vuestra madre", siendo fiel a su condición de ser la comedia romántica más larga del mundo, ha integrado esas escenas menos humorísticas y más emocionales desde el principio, desde que su primera temporada termina con Ted y Marshall sentados, bajo la lluvia, en las escaleras de acceso a su casa, con el primero habiendo perdido a su novia y el segundo, a punto de embarcarse en una nueva relación. La muerte del padre de Marshall o el capítulo en el que Robin asume que no podrá tener hijos son otros ejemplos del modo en el que la serie trata esos momentos en los que el drama se abre paso por entre las bromas y las tontunas, y todo eso cristaliza en ese "How your mother met me" que nos cuenta, por primera vez, casi toda la serie desde el punto de vista de la Madre.

En su historia hay drama y tragedia porque, en el día en el que Ted conoce a Robin, ella pierde en un accidente a su novio Max, el que pensaba que era el amor de su vida, y lo que vemos es su proceso de duelo y su vuelta al mundo de los vivos, como diría la Condesa Viuda de Grantham. En ese repaso a toda la serie, asistimos a esos instantes en los que Ted estuvo cerca de conocerla desde el punto de vista de ella, ya fuera la fiesta de San Patricio en la que nos presentaron el paraguas amarillo o la clase de Economía en la que Ted se metió creyendo que era de Arquitectura, y en el proceso, la serie va construyendo a la Madre como personaje y como persona de la que Mosby podría enamorarse y decidir, por fin, que es la indicada para casarse. Ya comentamos al principio de esta novena temporada que Cristin Milioti ha sido una buena elección para dar vida a este personaje porque le da el toque de adorabilidad, ligero frikismo y humanidad que necesita para que deje de ser la entelequia de la que llevamos oyendo hablar nueve años, y se transforme en alguien real.

Una crítica aparecida en The AV Club decía que Ted y la Madre son perfectos el uno para el otro no tanto porque tengan un sentido del humor parecido, o puedan ser a veces bastante nerds (ese set de caligrafía), sino porque, a nivel emocional, realmente encajan. En este punto de la serie, los dos creen que ya han conocido a los amores de sus vidas, a sus boletos premiados de la lotería (Robin para él, y Max para ella), y los han perdido, y están convencidos de que nunca podrán volver a sentir algo parecido. Por supuesto, es muy de comedia romántica que terminen encontrándose y dándose cuenta de que están hechos el uno para el otro, pero es esa sensación de haber perdido ya el tren de su persona ideal donde se encuentran sus mayores similitudes. Hasta ahora, no hemos visto demasiado de la Madre, pero al mudarse al Farhampton Inn, y con todos los personajes atravesando la última gran crisis de la serie, es muy probable que ahora ya la veamos mucho más integrada en la historia.

Este "How your mother met me" le da, por fin, su oportunidad de brillar a Milioti y a su personaje. Sus escenas al final del capítulo, en la entrada de la casa de su ya ex novio Louis y cantando en el balcón de su habitación del hotel, redondean su retrato y la convierten finalmente en alguien más de carne y hueso, en alguien de quien podemos ver que Ted decida que es "la elegida". La introducción de la Madre ha sido, como hemos comentado muchas veces, el gran acierto de la última temporada de la serie, y probablemente por lo que vaya a ser más recordada por los fans. Del resto de tramas ya hablaremos el 31 de marzo, cuando lleguemos a su final definitivo.

28 enero 2014

Los Oscar son un lodazal

¿En qué momento se convirtieron las nominaciones a los Oscar en una excusa para criticar y tildar de "sobrevaloradas", como mínimo, a todas las películas con aspiraciones a hacerse con el premio principal de la gala? ¿Cuándo se abrió la espita para que el único modo de hablar de las candidaturas sea poniéndolas a parir? Y Dios te libre de confesar que te lo pasaste bien con la última película que se ha decidido lapidar, porque Internet se te tirará encima y decidirá que no tienes criterio. Es un fenómeno realmente curioso que lleva ya un tiempo acechando en los márgenes de la cobertura sobre la temporada de premios y sobre los casi dos meses que transcurren entre que se conocen las nominaciones y se entregan los Oscars, y este año está ejemplificado a la perfección en "La gran estafa americana" y su sorprendente condición de favorita en esos galardones (condición otorgada por su número de nominaciones, básicamente). The Daily Beast resume el tono de muchos de los artículos aparecidos sobre ella y cómo ha cambiado su percepción desde su estreno; de comedia irregular y simpática ha pasado a ser casi la mayor estafa (nunca mejor dicho) de los Oscars.

Es muy cierto que, en cuanto empezó a recoger premios en diciembre (lo primero fue el reconocimiento a la mejor película de la crítica de Nueva York), la maquinaria promocional a su alrededor se salió rápidamente de madre. La sobredimensión que otorga a una película que le cuelguen el cartel de "cinta para los Oscars" casi en marzo del año anterior y que se estrene a final de año, en la época tradicional para estos títulos, ya ayuda muy poco a mejorar su imagen de cara al público de a pie, a no ser que acabe siendo una obra maestra ignorada por la academia. Muchos espectadores se enfrentan a las películas de los Oscars listos para destrozarlas al mínimo desliz (ese soniquete del "no es para tanto" tan común en Twitter entre diciembre y marzo), y caen presas del exagerado hype que crean las primeras críticas que aparecen de ellas. Ver "Brokeback Mountain" cuando se estrenó en España, muchos meses después de los elogios que la saludaron en el festival de Venecia, era asistir a un coro de "pues no entiendo cómo ha podido ganar tantos premios" a la salida del cine.

Como si estuvieran siguiendo la tercera ley de Newton, a esas primeras buenas críticas les acaba siguiendo una reacción negativa de la misma intensidad, o hasta mayor, para compensarlas en cuanto la película llega a un público más amplio, y aunque puede resultar hasta lógico, sigue siendo algo peculiar y que, en los últimos tiempos, está convirtiendo la cobertura de los Oscars en un concurso para ver quién es más cínico y está más de vuelta de todo. Es probable que Harvey Weinstein y sus maniobras dignas de Vito Corleone para impulsar sus películas hasta el premio gordo tengan buena parte de culpa en todo esto (y eso que, este año, prácticamente nada de lo que ha intentado le ha salido bien, mientras a su rival el año pasado, Megan Ellison, le está pasando lo contrario), pues la publicidad negativa no ha escapado a sus tácticas para buscar, por ejemplo, y sin éxito, el Oscar para Martin Scorsese por "Gangs of New York". Ver cómo conseguía que cintas como "Chocolat" se colaran entre las cinco nominadas a mejor película no contribuyó a darle a los premios de la Academia de Hollywood una pátina de respetabilidad.

Y así llegamos a "La gran estafa americana", heredera del backlash que el año pasado sufrió "Argo" y del odio que se instaló contra Jennifer Lawrence y "El lado bueno de las cosas" después de que ella se llevara el Oscar a la mejor actriz. Todos los años hay una película que, no se sabe muy bien por qué, se convierte en la ineludible, la que está por todas partes, que acaba ganando más premios de los que parecía y llega a las nominaciones a los Oscar con un perfil bastante más alto del esperado. "The Fighter" ya sufría de esta circunstancia, sobredimensionada por la gran acogida que tuvo entre los críticos en la temporada de premios y por los galardones para Christian Bale y Melissa Leo, y ahí se inició este extraño affaire entre David O. Russell (del que antes sólo se hablaba para comentar su difícil carácter y sus peleas en los platós de "Tres reyes" y "Extrañas coincidencias") y los Oscars. Está viviendo lo que Jason Reitman vivió con "Juno" y "Up in the air", o Paul Thomas Anderson con "Boogie Nights" y "Magnolia", y en esa ola tiene bastante poco que ver si sus películas merecen tal reconocimiento o no. En cuanto los Oscars encuentren a su próximo niño mimado, nadie se acordará de Russell.

¿Justifica esta sobredimensión de las campañas para los Oscars, alimentada alegremente por críticos y oscarólogos, que la tendencia a la hora de hablar de estas películas sea la de arrastrarlas por el barro? Ni una sola de las nominadas de este año se libra (el guión de "Gravity" es flojo, "12 años de esclavitud" no es suficientemente dura, "Philomena" es un telefilm...), y esta moda de que ir ya por defecto con el "no es para tanto" por delante es, evidentemente, un daño colateral de dichas campañas y, al mismo tiempo, un ejemplo de cómo cada vez hay menos hueco para el término medio en la apreciación de alguna obra audiovisual. Y que sólo eres simpático y cool mientras pierdes; en cuanto ganas, te transformas en la peor persona del universo.

27 enero 2014

Las mentes tras los títulos



Una de las cosas que más suelen comentarse cada vez que se estrenan series nuevas es lo escasas que son las cabeceras en ellas. Por cada "True Detective" hay tres "Looking" que se conforman con incluir el rótulo  con el título de la serie y poco más, una tendencia que en las networks es donde es más visible, pero que también tiene bastante acogida en el cable. Hay quien prefiere ahorrarse ese minuto o así para incluir más trama, y hay quien lo usa para hacernos llegar desde el principio el tono que va a tener la serie. Seguro que todos conocéis "Art of the Title", una web que disecciona algunas de las secuencias de títulos de crédito más interesantes, tanto en televisión como en cine (y hasta en videojuegos), y que suele incluir entrevistas con sus responsables, que cuentan el proceso de diseño y producción de dichos títulos. Lo interesante de la web es conocer a esos responsables y a los estudios a los que pertenecen, y darnos cuenta de que sus manos se notan en los sitios más insospechados.

Por ejemplo, y ya que hemos mencionado antes "True Detective", sus créditos han llamado enseguida la atención de todo el mundo por la utilización de esas imágenes superpuestas como si fueran transparencias. Su creador es el estudio Elastic, responsables de las cabeceras de otras series de HBO como "Carnivale", "Deadwood" o unos de los más espectaculares de los últimos años, los de "Juego de tronos" y su mapa cambiante, y uno de cuyos jefes es Angus Wall, montador habitual de las películas de David Fincher. Sólo este último año se han encargado de diseñar las cabeceras también de "Masters of Sex" y de "The Americans", aunque técnicamente ésta sea de la pasada temporada, y utiizan objetos e imágenes muy concretas que enseguida transmiten la idea detrás de la serie.

Luego tenemos a Imaginary Forces, que suelen entregar unos créditos de líneas bastante sobrias y que trabajan también mucho para el cine (suyos son, por ejemplo, los de "Pacific Rim"), y muchas veces los construyen basándose en primeros planos de algunas cosas relevantes para la serie. En televisión, se les conoce por la cabecera de "Mad Men", pero también han sido responsables de los de "Rubicon" o "The Pacific". Digital Kitchen, por su parte, son expertos en las secuencias formadas a través de breves imágenes relacionadas con la temática o con el ambiente en el que se desarrolla la serie, y entre sus obras están tres de los créditos más conocidos por los seriéfilos: "A dos metros bajo tierra", "Dexter" y "True Blood". Su trabajo es fácilmente reconocible, aunque tal vez no tanto como el del estudio británico Momoco, al que pertenece la cabecera de "Strike Back" que encabeza la entrada. Su utilización de ilustraciones, manchas de tinta y contraposiciones de color ya queda clara en "Luther" y hasta en "Great expectations".

Y cuando antes decíamos que también hay que tener en cuenta en este campo los videojuegos, podíamos estar refiriéndonos a estudios como Blur, encargados de un par de títulos de la serie Arkham de Batman, "Bioshock Infinite" y "Star Wars: The Old Republic", y que también se encargan de las intros de programas televisivos especiales tipo los premios Teen Choice. En cine cuentan en su haber con los de "Avatar" y la versión de Fincher de "Los hombres que no amaban a las mujeres", cuyas películas suelen cuidar bastante la secuencia de créditos. Esa cinta, por cierto, puede no haber tenido el éxito que a Sony, su estudio, le hubiera gustado, pero a cambio ha lanzado las carreras de Rooney Mara y de su diseñadora de vestuario, Trish Summerville, cuyo olvido en las nominaciones de los Oscar por el vestuario de "Los juegos del hambre: En llamas" ha sido de los más comentados de esta edición.

Música de la semana: Ya que hemos mencionado "True Detective", esta semana vamos a seleccionar "Far from any road", la canción de The Handsome Family que suena en sus créditos.

23 enero 2014

¿Dónde están las superheroínas?

Uno de los proyectos de adaptación de superhéroes a la pantalla que lleva más tiempo atascado en los siete círculos del "infierno de desarrollo" es Wonder Woman. Desde aquella serie de los 70 con Lynda Carter al piloto fallido de David E. Kelley para NBC, la mujer maravilla es el único del grupo clásico de superhéroes de DC (junto con Superman y Batman) que no consigue encontrar quien le haga una película o una serie a su altura. The CW parecía querer intentarlo la próxima temporada con "Amazon", aprovechando el tirón de "Arrow" y esa nueva serie sobre Flash, pero hace poco anunciaron que no iban a continuar con el proyecto porque no lo veían claro. Esta marcha atrás ha llevado a que Blastr publique una curiosa reflexión sobre la falta de superheroínas en televisión, preguntándose por qué son tan escasas y utilizando como gancho esa dificultad para resucitar a Wonder Woman en la pantalla.

El artículo dice que ni siquiera es habitual ver más personajes como Xena, dueña y señora de su serie que, aunque no tenía superpoderes, era tan poderosa y letal como si los tuviera, y pese a que lleva su parte de razón, sí que hay algún ejemplo de personajes femeninos que protagonizan sus series y que, además, podrían dar el pego como vigilantes encapuchados sin problema. Ahí está Nikita, por ejemplo (o Sydney Bristow), cuyas habilidades son fruto de un exhaustivo entrenamiento, o la agente Keira Cameron de "Continuum", con un traje que le concede unas capacidades de observación, camuflaje y reacción que la convierten en una superheroína de facto que, además, está en su propio viaje para conocerse mejor. En la segunda temporada, de hecho, hay varios episodios en los que se comporta como si fuera la versión en femenino de Batman. Pero es cierto que no hay demasiados ejemplos de estos personajes femeninos totalmente protagonistas.

En "Agents of SHIELD", la agente Melinda "la Caballería" May podría funcionar perfectamente como una superheroína gracias a su letal destreza en combate, pero sólo es una más en el grupo de Coulson, y la faceta X-Men de Olivia Dunham en "Fringe" se utilizaba con cuentagotas. Quizás el fracaso del remake de "Bionic Woman" que intentó la NBC en aquella aciaga temporada 2007/08 (lastrada por la huelga de guionistas) hizo que, si había proyectos con algún tipo de superheroínas en su centro, se enfriaran bastante, pero también será interesante ver cómo resultan dos de los proyectos que Marvel está desarrollando para la próxima temporada. Uno es la serie de Jessica Jones que forma parte de los cuatro títulos que emitirá Netflix, y la otra es esa "Agent Carter" que trasladaría las peripecias de la agente Peggy Carter, que Hayley Atwell interpretó en "Capitán América", a la televisión, probablemente para ABC. El corto que se incluía en el DVD de "Iron Man 3" apuntaba a un proyecto con gran potencial.

22 enero 2014

La serie de las revelaciones

En griego, "apocalipsis" significa "poner al descubierto", "revelación". Terminó asociada al significado de "fin del mundo" porque es como se llama el libro de la Biblia que cuenta la llegada del Juicio Final, pero su título griego original era más bien inocuo y descriptivo; "La Revelación de Juan", ya que San Juan escribe en él las visiones sobre ese momento que le fueron reveladas. Y no deja de resultar curioso que una serie cuyos personajes luchan para que no llegue el Apocalipsis haya terminado siendo la revelación de la temporada de otoño en Estados Unidos. Porque eso ha sido "Sleepy Hollow", que terminó el lunes su primera entrega con un capítulo doble que condensaba todo lo que ha hecho que fuera enormemente disfrutable desde el primer momento en el que Ichabod Crane se enfrentó al jinete sin cabeza.

En su momento ya hablamos de su principal arma de enganche, que es la relación entre Ichabod y Abbie Mills, pero no es el único factor. Esa aventura de dimensiones bíblicas, nunca mejor dicho, y en la que está en juego el futuro de toda la humanidad podría haber sido una completa mamarrachada (y aún puede acabar siéndolo) de no ser porque la mitología construida por la serie siempre afecta personalmente a los protagonistas, y porque Alex Kurtzman, Robert Orci, Philip Iscove y los demás tampoco se la terminan de tomar demasiado en serio y, al mismo tiempo, lo hacen. Para todos los personajes, este fin del mundo inminente es muy real, y los esbirros diabólicos que intentan matarlos también lo son, pero al mismo tiempo no dejan de darse cuenta de que, vista desde fuera, están envueltos en una situación que puede verse como totalmente absurda. "Sleepy Hollow" tiene esa capacidad de "Expediente X" de tratar su trama de un modo muy serio y, al mismo tiempo, reírse con ella, y es una capacidad que le permite escapar de caer en el ridículo más absoluto.

El propio Roberto Orci cuenta en este artículo la manera en la que el equipo de la serie afronta el tratamiento de esta mezcla entre la Revolución americana y las conspiranoias de sociedades secretas y profecías bíblicas, y apunta algunos detalles muy interesantes. Por ejemplo, la idea de que Ichabod se despertara en 2013 les permitía tener a alguien que vivió el nacimiento de Estados Unidos como nación independiente trasplantado a una época en la que todos los políticos están hablando constantemente de los valores americanos para justificar todo tipo de cosas. Y hacer que estuviera rodeado por personajes que no fueran blancos incrementaba todavía más el enorme salto que Crane experimentaba al pasar del siglo XVIII, en el que la esclavitud era legal y las mujeres apenas tenían derechos propios, al XXI, donde una mujer negra puede ser policía y llevar un arma.

Sin embargo, nunca permiten que el comentario social, si lo hubiera, se coma el entretenimiento, del mismo modo que "Orphan Black" no permitía que las consideraciones éticas y filosóficas sobre la existencia de clones ganaran más importancia que el periplo de Sarah en busca de respuestas sobre su identidad. "Sleepy Hollow" no tiene mayores pretensiones que divertir, y al final es lo que termina determinando que funcione. Aunque yo vería ya a Ichabod y Abbie simplemente yendo a comprar ropa durante una hora.

P.D.: En ¡Vaya Tele! hago un comentario un poco más detallado, y con spoilers, del final de la temporada, por si queréis leer algo más.

21 enero 2014

Cantantes en la oscuridad

Darlene Love fue, en los 60, una de las cantantes más importantes de la industria discográfica estadounidense. Su poderosa voz se escuchaba en discos de The Crystals y, junto con The Blossoms, actuó en algunos de los programas más populares de la televisión de la época. Pero nadie recuerda ahora su nombre y, en realidad, nunca llegó a hacerse famosa. Love era una corista, una cantante de apoyo de otras estrellas y, cuando parecía que le había llegado el momento de hacerse famosa, el productor Phil Spector utilizó sus grabaciones para sacarlas bajo otros nombres, haciendo un Milli Vanilli unos cuantos años antes. Love, Merry Clayton, Claudia Lennear, The Waters (responsables por ejemplo del célebre inicio y los coros de "Circle of life", de "El rey león"), Lisa Fischer, Tata Vega o la joven Judith Hill comparten casi las mismas circunstancias; que sus voces se escuchen en algunos de los discos más importantes de la historia del pop, pero que sus nombres se mantengan en la oscuridad.

Ahí está el punto de partida de "20 feet from stadom" (o "A 20 pasos de la fama", como se llamará en España cuando se estrene el 7 de marzo), un documental impulsado por un antiguo ejecutivo de la discográfica A&M, y productor de "El club de los cinco", y dirigido por Morgan Neville que cuenta las tribulaciones de algunas de las coristas más reputadas de los 60 y los 70, aunque nunca fueran conocidas por el gran público. Gente como Merry Clayton, responsable de la incendiaria voz femenina de fondo en el estribillo de "Gimme shelter", de los Rolling Stones, cuentan sus inicios y cómo cantantes como Ray Charles, Ike Turner o Luther Vandross les dieron su primera oportunidad de cantar sobre un escenario y de modo profesional, aunque fuera como apoyo y no bajo la luz del foco principal. Sus historias muestran el lado menos conocido del negocio musical, el de los trabajadores de a pie que ayudan a que los discos de los grandes nombres sean redondos y suenen bien, que dan el 100% para que la estrella luzca todavía mejor.

"20 feet from stardom" no es una merca recolección de anécdotas, aunque se cuentan varias realmente curiosas, sino que explora las dificultades que acarrea dedicar tu vida a una profesión artística en la que el éxito puede ser un horizonte totalmente esquivo aunque lo tengas todo para lograrlo. Todas las mujeres que vemos en el documental intentaron dar el salto a carreras en solitario, sin demasiada suerte (aunque Lisa Fischer ganó un Grammy), y todas tuvieron que regresar al coro para poder pagar las facturas. Esos esfuerzos y sinsabores se personalizan más en Darlene Love, de la que se dice que tenía la voz y la presencia para ser otra Aretha Franklin, pero que nunca consiguió dar esos pasos que separan los micrófonos del coro del de la estrella, pasos que sí dieron con éxito gente como Toni Braxton o Sheryl Crowe. Love tuvo que atravesar un camino lleno de altibajos (y con más bajos que altos, contados también en este reportaje de Rolling Stone) hasta que vio reivindicada su figura con su entrada en el Hall of Fame del Rock en 2011, y su historia sirve de nexo de unión con las de las otras cantantes, además de ser la unión entre los 60 y la actualidad, cuando la más joven de todas, Judith Hill, está intentado labrarse un nombre por sí misma.

Además de interesante (y estar repleto de temazos), "20 feet from stardom" es sumamente entretenido y rebosa admiración y respeto por todas esas personas, principalmente mujeres, que forman parte de la historia más desapercibida del rock y el pop. También muestra las trampas de la industria y lo complicado que es simplemente sobrevivir en ese mundo, y cómo el modo de grabar discos ha cambiado tanto, que también las coristas y los músicos de sesión se están viendo arrumbados por el auge de los estudios caseros y la grabación digital. Le pone cara e historias a las voces que hemos escuchado en multitud de ocasiones sin saber a quiénes pertenecían.

20 enero 2014

El Broadway de Disney

La música y las películas de Walt Disney han sido siempre indisociables. Desde "Blancanieves y los siete enanitos" y su "Heigh-Ho", todas las cintas clásicas animadas del estudio se apoyaron en, al menos, dos o tres canciones icónicas para construir sus historias y para llegar más fácilmente al público familiar. Hasta consiguieron que el vals de "La bella durmiente" acabara más asociado a la adaptación de Disney de esa historia que al ballet de Tchaikovsky al que pertenece, o reclutaron a jazzmen tan populares y reputados como Louis Prima para "El libro de la selva". Cuando llegaron los 80, y el estudio atravesaba su época de mayor decadencia y crisis, la solución que se les ocurrió para intentar salir del pozo fue, precisamente, confiar de nuevo en la música y, en concreto, prácticamente hacer musicales de Broadway animados.

Ésa fue la solución que tuvieron para que "La sirenita", que atravesaba diversos problemas durante su producción, empezara a despegar; contratar a dos jóvenes compositores de Broadway, como Howard Ashman y Alan Menken, para transformar la película en todo un musical. Su labor se notaría todavía más en "La bella y al bestia", desarrollada así desde el principio, con una obertura, un tema para cada personaje, un número showstopper (en este caso, "Be our guest"), su canción romántica, y hasta sus reprise, y no es nada extraño que fuera la primera película de Disney que diera después el salto al teatro. Y aunque los siguientes estrenos del estudio no han olvidado el componente musical, el mayor éxito que han tenido en los últimos años las películas de Pixar, asociado primero al tío Mickey por un acuerdo de distribución y, después, comprado por él, parecían haber hecho que cayeran en el olvido aquellos musicales de Broadway animados tan clásicos de Disney (tampoco ayudó que "Tiana y el sapo", con Anika Noni Rose, no tuviera el éxito esperado).

Hasta que en éstas, esa compra de Pixar, y el hecho de que sus ejecutivos supervisen también la marcha de la división de animación de Disney, terminó cristalizando en "Frozen", una adaptación muy libre de "La reina de las nieves", de Hans Christian Andersen, que ha alcanzado el éxito recuperando precisamente las características de aquellas cintas que ayudaron a al resurrección del estudio a principios de los 90. "Frozen" es un genuino musical de Broadway animado, con canciones de un dúo experto en esas tablas como Robert y Kristen Anderson Lopez, y centrado en toda una diva del teatro neoyorquino como Idina Menzel. Aunque por el estilo de animación, y los toques de comedia romántica entre Anna y Kristoff, pueda recordar a "Enredados", de donde "Frozen" está bebiendo más es precisamente de "La sirenita" y "La bella y la bestia" (aquí, puede decirse que "Let it go", nominada al Oscar, es el showstopper de la función). Y funciona perfectamente.

Especialmente, lo que la hace destacar es que la relación entre las dos hermanas, Anna (doblada por Kristen Bell) y Elsa, es el centro de la historia. Eso le permite jugar con algunas de las convenciones de estas películas basadas en cuentos (como el famoso acto de amor verdadero) sin salirse del todo del corpus clásico de Disney, y también integra esos detalles humorísticos y esa importancia de la historia por encima de todo que son típicos de Pixar. Su pareja de directores ejemplifica esa unión entre el estudio de la era dorada de los 90 (Chris Buck dirigió "Tarzán") y el del nuevo empuje de esta década de 2010 (Jennifer Lee fue guionista de "¡Rompe Ralph!"), y en "Frozen" representa un salto adelante, sin olvidar el pasado, bastante notable.

19 enero 2014

Sherlock y las chicas

Hay una cosa que sí puede reprochársele a "Sherlock", y es que a veces se empeña en querer ser la más ingeniosa y la más rápida, en querer funcionar a la misma velocidad a la que Holmes hace sus deducciones. Al mantener esa estructura de las aventuras de Arthur Conan Doyle, en las que el lector no tiene consigo toda la información de la que Sherlock dispone para resolver los casos, puede parecer en ocasiones que la serie da unos saltos demasiado rápidos y en los que nos deja atrás a propósito. Tal vez lo haga. También es cierto que esta tercera entrega se ha centrado en la amistad entre Holmes y Watson, más que en los casos o en los grandes villanos, y los tres capítulos han explorado, principalmente, la lealtad de Sherlock hacia su amigo y la inevitable atracción de John hacia un estilo de vida mucho más arriesgado, como quien dice, de lo que es capaz de reconocer en público. El segundo episodio, que cuenta la boda de John con Mary Morstan, es el mejor ejemplo de este enfoque que "Sherlock" ha tenido em sus nuevos capítulos, además de asentar a un nuevo personaje que puede dar mucho juego.

Mary, con ese misterio a su alrededor, forma una "tercera pata" que le da una energía renovada a la serie, y funciona especialmente bien con Holmes. De alguna extraña manera, esas dos mentes se comprenden a la primera, y el modo que tiene ella de asegurarse de que su marido y su amigo no van a perder su relación es muy entretenido de ver. Todo culmina en un tercer episodio que presenta un malo estupendo y, al mismo tiempo, cierta tendencia al dramatismo excesivo en algunos puntos, pero que termina de afianzar ese tema sobre el que ha girado toda la temporada; el hecho de que Sherlock y John harían lo que fuera el uno por el otro. La cuarta entrega se ha quedado bien preparada con esa imagen final,  y lo que nos han dejado estos tres episodios es una gran diversión. "Sherlock" siempre ha sido sumamente entretenida, y también un ejemplo de cómo el sobreanálisis puede eliminar toda esa diversión.

"Girls" también ha estrenado su tercera temporada en HBO, una temporada que parece salir un poco del tono algo más sombrío que adoptó al final de la segunda. No es que las cuatro amigas de repente sepan qué quieren hacer con sus vidas, pero hay algo más de humor en sus interacciones, y no solamente gracias a una Shoshanna que es imposible que hable todavía más rápido. La madre de Marnie, con su actitud de señora pija que cree que si niegas un problema, no existe, aporta también unos cuantos toques a unos capítulos que lidian con la abrupta marcha de Charlie y con el paso de Jessa por una clínica de desintoxicación. De hecho, Jessa bien podría ser uno de los personajes que adquiera algo más de relevancia, pues bajo su exterior de joven bohemia y cool que ha vivido todo tipo de experiencias, y que puede resultar atractiva para quien no la conozca, late alguien igual de hecha un lío y de vulnerable que todas las demás.

Esta serie siempre genera mucha controversia y mucha polémica, muchas veces totalmente externa a lo que vemos en los capítulos, así que a veces resulta complicado separar una cosa de la otra. Pero lo cierto es que sigue observando a sus personajes con la frialdad de un cirujano, y con una mirada externa realmente interesante. Lo hemos comentado en anteriores ocasiones, pero la característica más definitoria de "Girls" es como no permite que ninguna de ellas se vaya de rositas de las cosas que hacen. Las observa y las describe con una gran claridad, con todos sus defectos y sus pequeñas virtudes, y en su camimo hacia encontrar su camino en el mundo.

Música de la semana: Ya que hablábamos de "Girls", al final de su segundo episodio se escucha "Completely not me", una canción que Jenny Lewis escribió especialmente para la serie.

16 enero 2014

La ola de David O. Russell

De vez en cuando, a la academia de Hollywood le da por reconocer durante varios años seguidos a un director o un actor, y los nominan por prácticamente todo lo que hagan. Pasó con Julianne Moore, con Jason Reitman y ahora está pasando con David O. Russell, que después de conseguir que "The fighter" y "El lado bueno de las cosas" figuraran prominentemente en los Oscars de 2012 y 2013 (con las victorias de Christian Bale, Melissa Leo y Jennifer Lawrence), ha repetido la jugada con "La gran estafa americana", una de las grandes triunfadoras en las nominaciones a la 86ª edición de los Oscars. Esto ha sido una sorpresa y, al mismo tiempo, no lo ha sido, porque la película empezó a aparecer también en las listas de los críticos y en las candidaturas de los gremios, y la propia Lawrence ganó el Globo de Oro el pasado domingo, así que no es tan extraño que Russell haya continuado teniendo tanto tirón entre los académicos.

Que él vaya a subir finalmente al escenario a recoger el premio gordo está por ver, y hasta parece que no es lo previsible. "La gran estafa americana" está nominada a mejor película con las que parecen las favoritas a priori, "12 años de esclavitud" y "Gravity", y "Her", "Philomena", "Capitán Phillips", "Dallas Buyers Club", "Nebraska" y "El lobo de Wall Street", pero como de costumbre, sólo cuentan de verdad las que tengan también a su director nominado. Esos son Alfonso Cuarón, David O. Russell, Alexander Payne, Steve McQueen y Martin Scorsese, lo que no es en sí ninguna sorpresa. Ha sido en las categorías interpretativas donde ha habido algún que otro sobresalto, empezando por que "Al encuentro de Mr. Banks" se ha quedado sin las candidaturas para las que estaba claramente diseñada, y lo mismo ha ocurrido con "El mayordomo", en la que ni Forest Whitaker ni Oprah Winfrey han podido colarse.

Las nominaciones completas podéis encontrarlas en la web oficial de los Oscars, y allí podéis comprobar que los cuatro actores de "La gran estafa americana" son candidatos, y que también lo son Sandra Bullock, Cate Blanchet, Meryl Streep y Julia Roberts. Estas dos, de hecho, son de las pocas alegrías de "Agosto" y, por ende, de Harvey Weinstein, que este año ha visto cómo sus artimañas sólo funcionaban con "Philomena" y su protagonista, Judi Dench. De aquí al 2 de marzo se desempolvarán todos los chistes sobre cómo Leonardo DiCaprio, candidato por "El lobo de Wall Street", nunca ha logrado ganar (y, la mayoría de las veces, ni ser candidato), y las estadísticas que dicen que, sin estar nominada al mejor guión, "Gravity" no tiene opciones de llevarse el Oscar a mejor película (aunque "Titanic" lo hizo). Ha sorprendido que Tom Hanks no figure ni por "Capitán Phillips", aunque sí está su compañero de reparto, Barkhad Abdi, que se verá enfrente con Jared Leto por "Dallas Buyers Club". Entre esa película y "Philomena" han apartado a "A propósito de Llewyn Davis", que ya recibió un duro golpe cuando la academia descalificó sus canciones porque no eran enteramente originales.


Estas nominaciones llegan unos días después de que los Globos de Oro mejoraran notablemente su audiencia, en el segundo año en el que Tina Fey y Amy Poehler los presentaban, y de que empezaran a surgir unos cuantos artículos, como este del Los Angeles Times, que afirmaban que esa ceremonia de entrega se había convertido últimamente en algo así como el estándar con el que medir a las demás que se suceden en los primeros tres meses del año. Evidentemente, la informalidad que le da que sea más bien una cena de gala a la que muchos invitados no llegan a cenar, sino directamente a beber, contribuye a que resulte más entretenida, pero lo que bastantes críticos afirman en los últimos años es que los Oscars se han vuelto demasiado trascendentales, que se empeñan en llenar la gala de discursos y de segmentos que machacan al espectador con el mensaje de "las películas son muy importantes" y se olvidan de que la ceremonia tiene que ser entretenida también para la gente que la ve desde casa.

Los Globos y su apuesta por la calculada provocación de Ricky Gervais, inicialmente, y los Tony con el gran entusiasmo que pone Neil Patrick Harris en su presentación, le han comido mucho terreno a los Oscars como programa televisivo. Los premios de la academia de Hollywood siguen teniendo ese aura de que son los galardones más prestigiosos, los que todo el mundo quiere conseguir, pero en cuanto a espectáculo televisivo, parecen haberse dormido en los laureles de su propia importancia.

15 enero 2014

Dos detectives de verdad

En el último año, los asesinos en series han vuelto a adueñarse de los títulos de estreno en televisión. Fue una tendencia tan acusada en 2013, que para cuando NBC estrenó "Hannibal" y Netflix puso "The fall" a disposición de sus clientes, ya en primavera, muchos críticos estadounidenses expresaban su cansancio de que el 70% de las series nuevas que habían debutado ese año parecían girar en torno a algún asesino retorcido y sanguinario que se dedicaba a torturar y matar mujeres indefensas. Sin embargo, lo que hizo que esos dos títulos que hemos citado antes destacaran sobre el resto fue la manera en la que se aproximaban a ese material, apostando por un tratamiento de los personajes o una estética que les diera su propia personalidad y les permitiera aportar algo diferente a este subgénero. También "Forbrydelsen" y su remake americano, "The Killing", contaban con una atmósfera especial para salirse un poco del molde de las series quer giran alrededor de la investigación de un único caso, y si traemos a colación la tan vilipendiada serie de AMC es porque en su primera temporada se fogueó como guionista el novelista Nic Pizzolatto, creador de "True Detective".

Como cuenta en esta entrevista, el guión de lo que acabaría siendo la última serie de HBO le consiguió el trabajo en "The Killing" y, a su vez, su experiencia allí le ayudó a la hora de poner en marcha un proyecto en televisión siendo prácticamente un novato en ese campo. Es otra serie que sigue la persecución de un asesino en serie, pero lo que la distingue es esa narración a dos manos, y en dos tiempos, de la historia. Los detectives Hart y Cohle investigaron en 1995 el asesinato de una joven prostituta en una zona rural de Lousiana, un asesinato con componentes rituales que les hacía sospechar que su autor volvería a matar, o que ya lo había hecho con anterioridad, y nosotros los vemos siguiendo la narración que ambos hacen de aquellos días a otros dos detectives en 2012. Esa combinación de las voces de Hart y Cohle, que no pueden tener unas personalidades más contrapuestas, le da también a "True Detective" un aire más de novela que de serie; este primer episodio es eso, sólo el prólogo, la presentación de una historia que, como dice el propio Cohle, muestra que actos como el que ellos investigan no se producen en el vacío.

La atmósfera de la serie (dirigida por Cary Fukunaga) remite a las novelas de Thomas Harris y a "El silencio de los corderos", y también recuerda un poco a "Texas killing fields", una fallida película con una temática similar que se habría beneficiado, probablemente, de un tratamiento como miniserie más que como película. Esos páramos pantanosos, los conjuntos de casas que ni siquiera pueden llamarse pueblos, las prostitutas de carretera, esa población white trash que vive casi sólo del trapicheo de pastillas... Todo eso está también en "True Detective" y ayuda a conformar su atmósfera, pero los reyes de la función son sus dos protagonistas, Matthew McConaughey y Woody Harrelson. De hecho, parece que la serie va a ir más sobre el modo en el que el caso los afecta a través de los años que sobre la resolución del misterio de quién es el asesino. Cuando empieza todo, Hart (Harrelson) es un detective convencional, con su esposa y sus dos hijas, mientras Cohle (McConaughey) carga con un pasado en Texas del que no quiere hablar y una peculiar personalidad filosófica y metafísica.

El retrato de ambos como personas y como buenos detectives, como detectives de verdad, es lo que más destaca del primer capítulo. Éste pone también los cimientos de esa trama-misterio que seguiremos durante toda la temporada, pero es probable que no vaya a ser lo más importante, sino que se dé más relevancia a mostrar cómo es ese caldo de cultivo social que favorece que ocurran cosas así. Y no os preocupéis, que el "caso" quedará cerrado cuando acabe la primera temporada. la idea de Pizzolatto es que, si "True Detective" renueva, que se convierta en una serie de antología a lo "American Horror Story", con una trama nueva y nuevos personajes (y actores) en los siguientes capítulos.

14 enero 2014

Tensión en el Ártico

 "No puedes jugar a ser Dios y después lavarte las manos de las cosas que has creado. Tarde o temprano llega el día en el que no puedes esconderte más de esas cosas"

Esa frase que el comandante William Adama pronuncia en la miniserie que arrancaba "Battlestar Galactica" flota durante buena parte de los dos primeros episodios de "Helix", la serie con la que Ron Moore, en calidad de productor ejecutivo (pero no de creador), ha vuelto a Syfy. Con un título que parece referenciar la hélice del ADN, el programa nos lleva a una base de investigación de una gran compañía farmacéutica en la zona internacional del Ártico, donde se ha producido un brote de un misterioso virus. Los responsables de la base llaman al Centro de Control de Enfermedades para que les ayude a contener la enfermedad, pero cuando sus expertos llegan allí, se dan cuenta de que en la base están pasando cosas que van más allá de un mero brote vírico. Y que su director sabe mucho más de lo que deja entrever. De hecho, es muy posible que se estén llevando a cabo peligrosos experimentos genéticos.

Esto se nos insinúa en el piloto de "Helix" prácticamente desde el principio, y ya pone a la serie en un camino ligeramente diferente de lo que podría parecer. Da la sensación de que no va a ser tanto el misterio de qué es ese virus (que casi queda resuelto en el segundo capítulo) como el modo en el que los implicados afrontan sus consecuencias. Evidentemente, es posible que tengamos algún tipo de conspiración, pero parece que se va a ajustar más a un thriller de ciencia ficción que a la resolución de un enigma durante sus diez episodios. Las referencias a "La cosa", "Expediente X" (ese cáncer negro) y hasta un poco a "Alien" también apuntan en esa dirección, y no sería raro que, en los siguientes capítulos, se explotara más la paranoia y desconfianza entre las personas atrapadas en la base, que no pueden abandonarla hasta que no se sepa cómo contener ese virus y evitar que se extienda por todo el planeta en cuestión de semanas, si no de días.

El look de "Helix" puede ser más "Hielo", pasado por el tamiz estilístico de los pasillos de "El resplandor", que "La cosa", y también puede ser que la sombra que arroje la creación de Chris Carter sea más alargada; al fin y al cabo, su showrunner, Steven Maeda, pasó por allí antes de recalar en "Perdidos", pero aún es pronto para confirmarlo. Por lo visto en esos dos capítulos de estreno, "Helix" busca más crear tensión y una atmósfera incómoda, y lo cierto es que uno de sus mejores hallazgos es utilizar esa música de ascensor (y "Do you know the way to San Jose") cada vez que algo terrible va a ocurrir. Es una táctica que suele funcionar muy bien; desde luego, después de que "Expediente X" la utilizara, es difícil asociar "Wonderful, wonderful" a algo que no sea inquietante y hasta aterrador (no, ni siquiera el final de "Mujeres desesperadas" ha logrado cambiar mi percepción de esa canción).

Veremos si se meten en asuntos como la responsabilidad ética y moral de algunos experimentos, los peligros de que alguien se crea con el poder de decidir sobre la vida y la evolución de la raza humana, y si la codicia de las grandes corporaciones también acaba jugando algún papel en la historia. De momento, "Helix" puede ser interesante, incluso aunque sus personajes aún no estén del todo asentados y el director de la base sea demasiado evidentemente malo. Ese giro final con él, de todas formas, puede apuntar a todo un mundo de posibilidades.

13 enero 2014

Sorpresas doradas

En la temporada de premios de Hollywood, la gala de premios que siempre es más propensa a las sorpresas y los ganadores inesperados es la de los Globos de Oro. Como tienen ese funcionamiento tan particular, por decirlo de algún modo, votados entre los 80 miembros de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood, los galardones tienen unas idiosincrasias propias que pocas veces adelantan algo de lo que pueda pasar después en los Oscar (para cuando se entregan los Emmy, los Globos ya quedan muy lejos). En televisión, siempre han querido ir de "avanzados" y ser los primeros en premiar alguno de los estrenos del año, ya sea como serie o reconociendo a alguno de sus actores, y no les importa que, en enero, esos estrenos apenas llevan diez capítulos emitidos, con suerte. Y en el cine, lo mismo se dejan llevar por la ola impulsada por todas las asociaciones de críticos y sus listas de diciembre, que van a lo suyo y se dejan llevar por otras razones extracinematográficas para repartir sus estatuillas.

Este año, los Globos han estado muy repartidos en la categoría de películas de drama. Mientras en comedia sólo Leonardo Di Caprio impidió el pleno de "La gran estafa americana" (película, actriz y secundaria), en drama hubo más opciones que acompañaron a "12 años de esclavitud" en su única victoria, la de mejor drama. Alfonso Cuarón se llevó un merecido premio a mejor director por los rigores del rodaje de "Gravity", y Matthew McConaughey y Jared Leto vieron reconocidas sus transformaciones físicas en "Dallas Buyers Club". El de McConaughey fue uno de los premios inesperados de la noche, que avanzó de sorpresa en sorpresa y, así, impidió que el público pudiera dormirse frente al televisor. Porque aunque Tina Fey y Amy Poehler repitieran como presentadoras y volvieran a salir airosas (muy cachondo el running gag que se trajeron con Julia Louis-Dreyfus y su doble nominación en cine y televisión), para que una gala transcurra con más o menos interés es importante que sus ganadores aporten algo de emoción.

Puede que se contara con que Spike Jonze ganara al mejor guión con "Her", o Cate Blanchet por "Blue Jasmine", o que "La gran belleza" se afianzara como favorita de cara al Oscar a mejor película extranjera, pero las victorias de "Brooklyn Nine-Nine" y Andy Samberg en las categorías de serie y actor de comedia fueron totalmente inesperadas, aunque dentro de la tradición de los Globos de su gusto por las novedades. Entre esos galardones y los de Robin Wright como actriz dramática, Elisabeth Moss como actriz de miniserie y, especialmente, Amy Poehler como actriz de comedia, la noche deparó unas cuantas sorpresas que añadieron algo de "picante" a los eventos. Los Globos finalmente hicieron justicia con "Breaking Bad" y Bryan Cranston, a los que habían nominado pero no habían premiado hasta entonces, y volvieron a dejarse llevar por su adoración por los actores de cine que hacen tele al reconocer como secundarios a Jon Voight y su sempiterna bufanda blanca ("Ray Donovan") y a Jacqueline Bisset ("Dancing on the edge").

Podremos ponerles todos los peros que queramos, pero al menos, los Globos de Oro han ofrecido algo de variedad en medio de una temporada de premios que dominan los de siempre. En las categorías de televisión, por ejemplo,la última ceremonia que queda hasta que lleguen los Critics' Choice, ya en verano, es la del SAG, ya ya hemos visto que, en los últimos años, siempre llegan tarde a todas las novedades que pegan más fuerte. Pasaron de "Homeland" en su primera temporada y ahora lo han hecho de otra de las nominadas a los Globos, "Masters of Sex", y demuestran que las categorías de televisión las incluyen más por rellenar que otra cosa cuando no salen de las mismas diez series que nominan los Emmy. Por lo menos, la HFPA, en su obsesión por estar a la última en ese caso, ofrece siempre más variedad o, si no, alguna nominación que da para incontables chistes.

P.D. podcastero: Yo disparé a JR vuelve con un programa ya de estructura normal, y aunque no nos ha dado tiempo a comentar los ganadores de los Globos de Oro, sí tocamos temas de lo más variado.




- 3': "Killer Women"
- 14': "Intelligence"
- 27': "Community"
- 42': "Sherlock" (spoilers hasta el 3x02)
- 55': "Downton Abbey" (spoilers del especial de Navidad)

12 enero 2014

El hombre biónico

En la historia de la ficción televisiva estadounidense hay bastantes casos de protagonistas cuyas capacidades son aumentadas artificialmente, mediante el implante de "mejoras" tecnológicas diversas que les permiten convertirse en los mejores agentes de agencias gubernamentales, o de grupos que quieren proteger la ley y el orden (que era algo muy de las series de los 80); de "El hombre de los seis millones de dólares" y "La mujer biónica" en los 70 a cosas más actuales, tipo "Chuck" (que era más el héroe accidental) o la fugaz "Jake 2.0". En todos esos casos, estas personas sufren el equivalente a la exposición a la radiación espacial que convierte a Los Cuatro Fantásticos en superhéroes, pero sólo algunos lo sufren por accidente. Otros son seleccionados para convertirse en un arma ambulante de la ultimísima tecnología, un "juguete" militar muy caro que, al mismo tiempo, es una persona.

Más o menos, en esa situación está Gabriel Vaughn, el protagonista de "Intelligence", el estreno que CBS se ha reservado para midseason. Forma parte de un programa casi experimental de una agencia de inteligencia estadounidense por el que le implantan en la cabeza un microchip que permite que su cerebro se conecte a cualquier red de información inalámbrica del mundo. Es algo así como un router humano, una Internet que camina y que tiene sentimientos y un anhelo secreto, como es de rigor en estas series. En su caso, quiere saber qué pasó con su mujer, que podría ser (o no) una traidora a su país. Y como es una pieza de tecnología tan valiosa, sus jefes le asignan a una agente del servicio secreto como guardaespaldas, con lo que ya tenemos al dúo sobre cuya relación recaerá buena parte del potencial de enganche que pueda tener "Intelligence". Todo esto se cuenta en un piloto que adolece de ese intento de muchos pilotos de contártelo todo en esos primeros 40 minutos, pero que enseguida establece que entre Josh Holloway y Meaghan Ory hay una buena dinámica y que, efectivamente, puede ser entretenido seguirlos semana a semana.

Por ahora, por mucho que hagamos propósito de darle algo de cancha y no dejarla antes de tiempo, por si se convierte en otra "Person of interest", lo único que se le puede pedir a "Intelligence" es que las misiones de Gabriel entretengan y que tengan algún tipo de conexión personal con él. Sobre todo, será interesante ver si la serie se pregunta las implicaciones que puede tener para él que su cerebro se haya convertido en un supercomputador propiedad del gobierno de Estados Unidos, que aunque haya quien lo trate como si no fuera más que una especie de cyborg, Gabriel es una persona y, como tal, puede tomar decisiones movido por sus emociones e interpretar erróneamente todos esos datos almacenados en su cerebro. Hay que darle algo de margen a "Intelligence" como hay que dárselo a todas las series, porque nunca se sabe por dónde se moverán por el quinto capítulo. Tal vez sea un título de espías quema-trama a lo "Nikita" o tal vez adquiera algún matiz más. Ya se verá.

Música de la semana: La semana pasada se anunció que el capítulo que CBS emite esta noche de "The good wife", "We, the juries", contendrá un par de canciones del nuevo disco de Bruce Springsteen, que la web de la cadena tiene en streaming durante estos últimos días. Después del golpe maestro que fue esa "Thicky trick" en el capítulo del pasado domingo, veremos cómo utilizan uno de esos temas de The Boss, "High hopes".

10 enero 2014

La fórmula del noir

Coge interiores con muchas sombras y humos de cigarrillos, tomas nocturnas de las luces de Los Ángeles desde las colinas de los alrededores, un veterano de la Segunda Guerra Mundial metido a detective (o a policía) y que tenga un amigo en el otro lado de la ley, algún capitoste local o mafioso importante y una "mujer fatal" con la que el protagonista tenga algún tipo de pasado y... ¡voilà! Ya tienes una obra noir típica de finales de los años 40. Las historias de escritores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Ross MacDonald, y las películas protagonizadas por tipos como Humphrey Bogart, Robert Mitchum o James Cagney, establecieron una estética, una manera de hablar y una definición de arquetipos del género negro californiano que han perdurado durante décadas y décadas. Hace no mucho, Steven Soderbergh tuvo su propio ejercicio de estilo en el género con "El buen alemán", y viendo los dos primeros capítulos de "Mob City", parece que Frank Darabont ha buscado hacer algo similar en televisión.

Estos seis capítulos, que TNT emitió en Estados Unidos y también lo hará en España a partir del lunes, adaptan un libro de John Buntin sobre la época en la que Mickey Cohen dominaba el crimen organizado de Los Ángeles, y el departamento de policía de la ciudad estaba asolado por la corrupción. Son los mismos años y más o menos el mismo tema que se veía en "Gangster Squad" y en "L.A. Confidential", conn la diferencia de que en este último caso, tanto el libro de James Ellroy como la película de Curtis Hanson sí aportan algo nuevo al noir. "Mob City" parece hecha siguiendo una plantilla, contando hasta con una femme fatale del estilo de Lauren Bacall y una banda sonora, estupenda, de jazz que suena en los clubs donde mafiosos y policías hacen negocios y beben para olvidar. Es realmente una pena que se quede casi todo lo notable de la serie en el aspecto visual y estético, porque habría dado para algo realmente interesante.

Sin embargo, le pueden los clichés. Además, Jon Bernthal es un tipo duro demasiado arquetípico y, al menos al principio, hasta un poco forzado, y los diálogos parecen escritos también como salidos de una batidora que haya mezclado todos los lugares comunes del noir, hasta en su voz en off. Desperdicia, por ejemplo, a actores como Robert Knepper, al que se le da muy bien hacer de psicópata imprevisible. Pero desde el momento en el que puedes adivinar lo que va a decir un personaje al contemplar esa vista de las luces de Los Ángeles, ya queda claro de qué pie va a cojear "Mob City".

09 enero 2014

Los negocios de la familia Crowe

Hace tiempo quedó establecido que los delincuentes tirando a estúpidos son una de las características de "Justified". Se dedican al crimen porque no tienen habilidad para otra cosa y, en la zona en la que viven, y con los recursos de que disponen, no hay tampoco muchas más salidas. Casi toda su familia se dedica al trapicheo y contrabando de sustancias de lo más variado, así que ellos entran en el "negocio familiar" y se dedican a ser ahí los peones, como quien dice, no el cerebro que toma las decisiones porque eso, cerebro, es precisamente algo de lo que no van muy sobrados. Pero no debemos pensar que porque sean tontos son más fáciles de atrapar por parte de los marshals, al contrario. Su estupidez los convierte en impredecibles, en tipos de gatillo fácil que muy a menudo sólo ven la solución más engorrosa y, a priori, más fácil; la de matar a todo el mundo. Lo vimos en los hijos de Mags Bennett y lo hemos visto con los sucesivos sicarios y ayudantes de Boyd Crowder y, especialmente, con Dewey Crowe.

Su cortedad mental ha ofrecido a la serie algunos de sus mejores momentos humorísticos (el dúo con Dickie Bennett era insuperable), momentos que al mismo tiempo podían ser patéticos o estar llenos de tensión. Dewey es uno de esos personajes que sólo pueden existir dentro del microcosmos de "Justified", y para esta quinta temporada, la serie ha decidido que un solo Crowe no es suficiente, así que los nuevos grandes villanos van a ser sus primos de Florida, unos hermanos de los que el propio Dewey dice que sólo traen malas noticias. Encabezados por Darryl y su hermana abogada, estos Crowe apuntan a crear multitud de problemas en Kentucky y a ser un rival interesante tanto para Raylan como para Boyd, que tiene muchos frentes abiertos al mismo tiempo y también debe lidiar con unos compañeros en el crimen más que idiotas, totalmente desastrosos (grande esa frase de los canadienses de que, para que el crimen organizado funcione, debe ser justo organizado).

Pero Boyd es implacable y sí que tiene más de media neurona, aunque esté distraído por sus intentos por "rescatar" a Ava, así que será interesante ver cómo se relaciona con esos nuevos Crowe. "Justified" tiene gran facilidad para presentar personajes y hacerlos medianamente entretenidos casi enseguida, y parece que los dos interpretados por Michael Rappaport y Alicia Witt pueden estar a la altura de lo que esperamos de un villano en esta serie. No les pedimos que superen a Mags Bennett, porque no se puede, pero sí que sus maquinaciones resulten cuanto menos divertidas de seguir. Además, en "Justified" siempre han tenido mucha importancia los lazos familiares, y en estos nuevos capítulos tendremos esa reunión entre las ramas de Florida y de Kentucky de los Crowe y, por otro lado, los propios sentimientos de Raylan hacia su familia, que ahora es su hija. La difícil relación con su padre probablemente influya en ellos.

08 enero 2014

La última gran comedia

Casi puede decirse que los 90 fue la última década en la que las sitcom reinaban en las parrillas estadounidenses con mano de hierro, y entre todos aquellos títulos que disfrutaban del éxito que ahora tienen cosas como "The Walking Dead" o "NCIS", "Friends" fue probablemente la última gran comedia capaz de aglutinar un fenómeno popular arrasador con el beneplácito de crítica y premios. Sí, es cierto que la CBS ha seguido teniendo sitcoms con audiencias que, salvando las distancias, relativamente pueden ser de una importancia similar, y que "Modern Family" es la dominadora, hasta ahora, en los Emmy, pero ninguno de esos títulos puede ni soñar con mantener un mínimo de 20 millones de espectadores de media en cada una de sus diez temporadas.

Es un éxito que el panorama televisivo actual ya no permite, y aunque puede desatarse una histeria más o menos parecida que la se desató por su final con algunas series, es difícil que vayan a congregar a más de 52 millones de espectadores. Vale la pena recordar todo esto en un año en el que las networks han apostado por las comedias y han fracasado con prácticamente todas, en el que termina su heredera más clara, "Cómo conocí a vuestra madre", y en el que "Friends" cumplirá en septiembre 20 años de su debut en la NBC. Ciertamente, es una efeméride que da vértigo porque esta serie sigue estando muy presente para bastantes seriéfilos, y sus señas de identidad aparecen desperdigadas por unos cuantos títulos actuales (y no sólo el de los amigos de Ted Mosby o la ya cancelada "Happy endings"). En España, cada vez que Cuatro u otra cadena de Mediaset ha repetido la serie, les ha funcionado igual de bien que las reemisiones de "Los Simpson" en Antena 3, y los rumores de que podría haber una película persisten desde que se emitió su último capítulo.

Esas repeticiones permiten que podamos ver "Friends" con cierta distancia, aunque el factor nostalgia tiende a mitificarlo todo. Aguanta bastante bien el paso del tiempo y se nota enseguida la gran química que había entre todos sus actores. Incluso aunque hayamos visto algunos episodios múltiples veces, muchos chistes siguen funcionando, y hasta se pueden apreciar nuevas cosas, como lo bien que se le daba a David Schwimmer la comedia física. Probablemente, quien se acerque por primera vez a la sitcom no salga espantado por el contraste que puede haber al ver ahora una comedia de 1994 (sí, eso son las risas del público en directo, así se graban tradicionalmente las sitcom), lo que demuestra que mantiene una interesante vigencia. Eso sí, el factor nostalgia no debería impedirnos darnos cuenta de que las últimas temporadas, cuando la vida amorosa de Rachel, Ross y hasta Joey amenazaba con convertirse en un culebrón, eran bastante flojitas, pero no desmerecen el soplo de aire fresco que representaron las primeras, ni la consistencia que mostraron a lo largo de los años. Su influencia todavía hoy la convierte, probablemente, en la última gran comedia que ha dado la televisión estadounidense. Y no, para ver si ese título puede aplicársele a "The Office" hay que esperar todavía un poco, y yo debo confesar que, en realidad, mi favorita de esta época siempre será "Frasier".

07 enero 2014

"Downton Abbey" y el beneficio del estreno tardío

Cuando PBS estrenó por primera vez "Downton Abbey" en Estados Unidos, lo hizo del mismo modo que suele emitir casi todas las series de época que importa del Reino Unido; las incluye en el espacio "Masterpiece Classic" y las estrena meses después de que se hayan visto en BBC o ITV, en la época que a la cadena pública le conviene más. En el caso del culebrón high class de ITV, emitido en la televisión inglesa en otoño, ese estreno inicial fue en enero de 2011, y los responsables de PBS pensaban que atraería a los espectadores habituales de ese tipo de ficciones, reuniendo una audiencia, quizás, no mucho mayor que la que ve algunos de los éxitos de The CW. Tampoco esperaban que tuviera más repercusión de la que tuvieron en su momento títulos como "Bleak House" o, con un poco de suerte, "Arriba y abajo", así que les pilló completamente por sorpresa el fenómeno que se desató alrededor de la serie, especialmente con el debut de la segunda temporada.

La audiencia de "Downton Abbey" no ha hecho más que crecer año a año, hasta culminar en los más de diez millones de espectadores que vieron el pasado domingo los dos primeros episodios de la cuarta temporada, convirtiéndola en el título más exitoso en la historia de PBS, y el affair del público estadounidense con sus personajes (y sus actores) no parece haberse enfriado todavía. De hecho, lo que se ha vuelto muy habitual con el paso de las temporadas es que los blogs americanos estén llenos de spoilers de la serie en cuanto ésta se emite en ITV, entre septiembre y noviembre, y los espectadores que esperan a enero para poder ver los nuevos capítulos se quejan de que, con todos esos meses de retraso entre el estreno en Reino Unido y en Estados Unidos, esa práctica se ha vuelto mucho más común y perjudicial, y que hay también un importante número de gente que opta por métodos poco legales para no tener que esperar a ver las nuevas aventuras de los Grantham.

En uno de los últimos encuentros realizados por PBS entre los responsables de "Downton Abbey" y su público volvió a surgir esa pregunta de por qué la cadena norteamericana no estrena la serie con menos retraso con respecto a ITV (algo que va a hacer con "Sherlock", que debuta allí el día 19, una semana después de que la tercera temporada termine en BBC). De ese modo, se reduciría la invasión de spoilers en las webs yanquies y la tentación de "piratearla" que pudieran tener sus espectadores. Sin embargo, a PBS le está beneficiando esa emisión tardía de las nuevas temporadas de la serie. Sus audiencias no han hecho más que incrementarse (el debut de la cuarta entrega tuvo un 22% más de audiencia que el de la tercera) y mover el estreno al inicio de la midseason, en lugar de hacerlo en septiembre-octubre, le da a la cadena una visibilidad y un empuje promocional que no podría conseguir con el arranque de la temporada de otoño, cuando las novedades de las networks lo dominan todo.

Paula Kerger, presidenta de PBS, explicó en la última gira veraniega de la TCA que "estudiamos todo este asunto de los spoilers y pensamos en la mejor manera de administrar la emisión. Pensando en eso, estudiamos cuidadosamente la competencia en la programación de otoño. Miramos cómo podemos conseguir promoción y buzz, y el boca a boca nos ha beneficiado en realidad. No queremos tocarlo si está funcionando tan bien". En el caso de "Downton Abbey" en Estados Unidos, esos cinco meses que tarda en llegar allí resultan, paradójicamente, beneficiosos para sus audiencias, al menos de momento. Que las webs americanas se hagan eco de los comentarios que suscita la emisión en el Reino Unido permite que la serie se mantenga en el zeitgeist estadounidense durante más tiempo, y las descargas por Internet no parecen ser un problema ("Downton Abbey" ni está entre las diez series más "pirateadas" de 2013, según TorrentFreak). Curiosamente, en este caso, un estreno muy próximo a su debut en ITV podría hasta ser contraproducente.

06 enero 2014

La aventura del detective que sobrevive

Que Internet se obsesione con una serie casi nunca es algo bueno. Se analizan fotograma a fotograma las escenas que se consideran más importantes, se estudia cualquier nimio detalle y, al final, se acaba perdiendo un poco de vista el panorama completo y los árboles nos impiden ver el bosque. El modo en el que los fans más obsesos de "Perdidos" exprimían cualquier cosa que pensaran que era importante acabó por "matar" la diversión que esa serie generaba en la mera especulación de lo que pasaba en la isla, especulación que formaba parte de la experiencia de seguir cada capítulo semana a semana. Una de las peores cosas que ha traído la seriefilia desde 2004, amplificada por las redes sociales y los blogs (culpable, lo confieso), es el sobreanálisis de cada episodio de los títulos con un fandom más entregado en Internet. El primer capítulo de la tercera temporada de "Sherlock" dedica bastante tiempo exactamente a eso, a sacar un chiste a costa de los más obsesionados seguidores de la serie y sus teorías locas y rocambolescas de cómo Holmes pudo fingir su muerte durante dos años.

Los lectores de las historias originales de Arthur Conan Doyle sabemos que la explicación que él dio era ya muy pillada por los pelos; al fin y al cabo, su intención era matar bien matado a un personaje cuya popularidad era para él una pesadilla (a Conan Doyle le interesaban más las novelas históricas y el espiritismo que Holmes). Y no deja de ser divertido cómo Mark Gatiss, guionista de este "The empty hearse", se cachondea un poco de los foros de fans que, a buen seguro, se habrán mostrado tan decepcionados como lo está el teorizador que aparece en pantalla. Todo acaba resumiéndose al final en un plan sencillo pero que debía ser ejecutado con gran precisión por un cierto número de personas, si nos fiamos de la palabra de Sherlock, claro. Pero en esto se comprueba la razón que tenía Umberto Eco en "El péndulo de Foucault" al decir que, si te empeñas en buscar conexiones, las acabarás encontrando.

Si algo ha hecho destacar a "Sherlock" desde su inicio es su ágil ritmo y la gran sensación de diversión que lo impregna todo. En ese aspecto, está en la línea de títulos como "Justified"; sí, estarán muy bien escritas e interpretadas y hechas con gran atención a todos los detalles, pero la motivación principal que las mueve es entretener, ofrecer al espectador la experiencia más satisfactoria y divertida que puedan, hacerle pasar el mejor rato posible. La expresión anglo "a lot of fun" es perfecta para describirla porque es lo que es, y no es en absoluto un menosprecio. Gatiss y Steven Moffat le dan un giro ingenioso a las historias originales de Conan Doyle (muy curioso ese toque de cierto cómic de culto de los 80 del primer episodio) y aprovechan al máximo la gran química entre Martin Freeman y Benedict Cumberbatch, de los que se nota que se lo pasan tan bien interpretando a Watson y Holmes como nosotros viéndolos.

P.D.: Dos curiosidades del capítulo. Amanda Abbington, que interpreta a Mary Morstan, es realmente la pareja de Martin Freeman, y como apuntan en Nunca seré Clint Eastwood, quienes dan vida a los padres de Sherlock son los padres de Benedict Cumberbatch.

05 enero 2014

La historia de los videojuegos



Desde hace más de treinta años, los videojuegos son una parte muy importante de la cultura popular. El Comecocos, Super Mario, Lara Croft o los Sims están tan integrados en nuestra conversación como las películas de Tom Cruise, Belén Esteban o el final de "Perdidos", y para una generación que hemos crecido con las "maquinitas", la primera PlayStation y que jugábamos con los amigos en los salones de juegos a Street Fighter o Golden Axe, incluso aunque luego no hayamos estado ahorrando para comprarnos la nueva generación de Xbox, los videojuegos nos resultan muy familiares. También es verdad que nosotros los hemos visto crecer y evolucionar, y pasar de los gráficos más bien pedestres del primer "Prince of Persia" a aquel "The sands of time" en 3D y con todos los útimos avances tecnológicos, y que hay ahora un par de generaciones de chavales que aprendieron a utilizar la Wii casi antes que a leer. La industria de los videojuegos y las consolas mueve miles de millones de dólares, tiene convenciones exclusivas para presentar sus novedades y algunos de sus títulos y personajes más populares han dado el salto al cine, con poca fortuna, en general.

Estos casi cuarenta años de historia se cuentan en "How videogames changed the world", un especial de Charlie Brooker para Channel 4 en el que, a través de 25 juegos fundamentales, se repasa la historia de este medio de un manera bastante interesante. Está orientado sobre todo a los profanos, no a gamers expertos, pero ayuda que, al menos, nos suenen algunos de los juegos o de las plataformas que se mencionan, porque podemos recordar nuestra propia experiencia jugando a ellos. Brooker fue redactor de la revista PC Zone en la década de los 90, especializado en videojuegos, y para trazar ese recorrido histórico, y contar cómo poco a poco empezaron a formar parte de nuestro acervo cultural, se sirve de declaraciones tanto de desarrolladores y periodistas como de famosos que son reconocidos jugadores, caso de Jonathan Ross o Felicia Day. Se remonta a "Pong", en 1972, y en la hora y media que dura el especial tiene tiempo hasta de tocar la saga de "Grand Theft Auto", "Angry Birds", "Doom" o "World of Warcraft". Se nota que Brooker y todos los implicados son grandes aficionados y hasta recuerdan algunos títulos con cariño, pero el tono general no es de gran reverencia, sino que subyace cierto humor socarrón que le permite, al mismo tiempo, no tomarse todo eso demasiado en serio.

Sin embargo, también se pregunta por qué no ha habido ningún programa en televisión que trate los videojuegos con cierta seriedad, y sin decantarse por el sensacionalismo y el morbo de esas historias que echan la culpa de cualquier acto violento cometido por chicos jóvenes a "Grand Theft Auto". Intenta contar igualmente el modo en el que los diferentes hechos históricos influían en que se desarrollaran determinados juegos, y no otros, y hasta dedica una mención a "Papers, please", un juego independiente con una alta carga política y de responsabilidad social. "How videogames changed the world" es un visionado interesante y muy entretenido, aunque igual hay que estar mínimamente familiarizado con este mundillo para disfrutarlo más, y a los jugones puede hacerles gracia reconocer que la sintonía del especial es la del juego de "Robocop" para GameBoy.

Música de la semana: Todos estamos al tanto de que "Sherlock" ha regresado a la parrilla de la BBC, y en ese primer capítulo de la tercera temporada sonaba Pink Martini, una banda de Portland realmente peculiar que se dedica al easy listening, y a la que se ha podido escuchar en otras series como "90210", "The L Word" y hasta "CSI: NY". Una de sus canciones más utilizadas es "Let's never stop falling in love".

03 enero 2014

Jazz de Nueva Orleans y folk de Nueva York

"Treme" nunca podía ser un éxito en HBO. Su única ambición era contar la vida de varios residentes de Nueva Orleans, primero intentado volver a ponerse en pie tras la devastación del huracán Katrina y, después, simplemente viviendo, lidiando con los problemas que iban encontrándose en su camino, y ese tono a veces impresionista y naturalista de sus historias no es el más sencillo para atraer ni a la mitad de la audiencia que ve "Juego de tronos" (ambas series compartieron día de emisión en 2012) ni, por supuesto, a los votantes de los Emmy, que la han ignorado del mismo modo que ignoraron "The Wire". En una entrevista en HitFix, David Simon reconocía que no sabía hacer el tipo de televisión que atrae más espectadores y más atención, y que aunque "Treme" nunca tuvo una ambición periodística de mostrar cómo son las comunidades culinaria o musical de la ciudad, sí que habían intentado servir a esos personajes de la mejor manera que sabían. Su cuarta y última temporada, de sólo cinco episodios, ha sido un epílogo regalado por HBO para que nos mostraran una última vez los desfiles del Martes de Carnaval, los platos de la chef Desautel y los colores de los Indios, aunque sí han aprovechado para cerrar, más o menos, algunas historias.

Sin embargo, esos "cierres" en realidad son los inicios de nuevas épocas para sus personajes. Janette, Terry y Annie, por ejemplo, terminan la serie en nuevas situaciones a las que llegan intentando mantenerse fieles a quienes son (algo que también ha hecho la serie), y a través del jefe Lambreaux y su hijo vemos lo que es honrar la tradición sin mantenerla inmutable. En esa circularidad que ofrece el último episodio con respecto al primero, presente ya desde su título ("Do you know what it means" y "...To miss New Orleans"), vemos cómo muchos de ellos han evolucionado mientras los seguimos en ese último Mardi Gras, empezando por unas Toni y Sofia que repiten el ritual que tenían con Creighton de bailar al ritmo de "Go to the Mardi Gras" antes de salir de casa esa mañana, o esa dedicatoria a Sonny de una Annie que ha crecido mucho desde que estaba con él. "Treme" ofrece pequeñas victorias a unos cuantos de sus protagonistas, y a los que no, nos muestra su capacidad de resistencia y de mejorar. "Play for the money, boys, play for that motherfuckin' money".

Llewyn Davis es un perdedor. Es el punto de partida de "A propósito de Llewyn Davis", la última película de los hermanos Coen, y se mantiene y se confirma a lo largo de todo su metraje. Tiene talento y cierto encanto que le permite dormir en los sofás de diferentes amigos que nunca terminan de echarlo de sus vidas, pero siempre que parece que se le abre una oportunidad para salir de esa mediocridad, él solito se encarga de autosabotearla. Tiene un carácter demasiado arrogante y difícil como para poder aspirar al éxito, aunque sea moderado, del que disfrutan colegas suyos como Jim y Jean, y no hay nada que pueda hacer para salir del círculo, ni siquiera está claro que quiera hacerlo. A través de una interpretación muy inspirada de Oscar Isaac, el retrato de Llewyn queda muy claro mediante sus interacciones con Jean, con su familia, durante sus actuaciones o incluso en ese viaje a Chicago que a veces parece más un sueño extraño que la realidad.

Y luego está el gato, claro, esa especie de metáfora de su vida solitaria y fracasada, y también protagonista de algunos de los pequeños gags que salpican la cinta aquí y allá. Aunque "A propósito de Llewyn Davis" sea un drama, los Coen no se resisten a colar toques de humor en sitios como la discográfica de Llewyn, o ese John Goodman haciendo de lo que John Goodman hace siempre con ellos. Pero no es nada casual que la trama está situada en un invierno lluvioso y nublado, y que tenga el look desvaído de los viejos discos de folk de los 60. Todo apunta a esa incapacidad de Llewyn de tener éxito en algo, a su tozudez en fracasar y en comportarse como un idiota. No es capaz de comprometerse con nada, y su mala suerte no es cuestión de que, un día, cambie un pequeño detalle y todo vaya a ir bien. Es algo estructural, innato a él, y la cinta lo explora en profundidad. Eso sí, pocos momentos veréis tan divertidos como la grabación de esa simpática "Please, Mr. Kennedy".