10 septiembre 2014

Las canastas de Nueva York


Las películas y, por extensión, los documentales deportivos suelen seguir el mismo esquema, o dos esquemas, en realidad. Está el modelo “Hoosiers”, en el que un equipo que nunca gana nada ve cómo llega un nuevo entrenador con métodos que lo enfrentan con las fuerzas vivas del pueblo, y al que le cuesta ganarse la confianza de sus jugadores. Cuando lo consigue, sin embargo, empieza a ganarlo todo y se planta en la final, donde tendrá que superar un problema de última hora, generalmente con su gran estrella. Por otro lado, está el modelo “Rocky”, que es el del atleta joven y talentoso que va ascendiendo en prestigio y éxito a partir de una derrota inicial a manos de un rival que, por supuesto, protagonizará el último enfrentamiento, en el que el héroe se consagrará definitivamente. Variaciones de ambos esquemas hay bastantes, hasta encontramos comedias románticas de manual disfrazadas de película deportiva, como “Los Búfalos de Durham” u “Olvídate de París”, y en el modelo “Rocky” también valdría, en lugar del joven aspirante, la estrella caída en desgracia que quiere regresar.

Más o menos, esto es lo que nos podemos encontrar si nos enfrentamos a películas, de ficción o documentales, que se centren en el hockey, el béisbol, el fútbol, el baloncesto, el atletismo… La historia de la superación de las adversidades es demasiado golosa para dejarla pasar, y en el deporte estadounidense hay una ingente cantidad de historias de este tipo. Pero, por otro lado, también hay documentales que se salen del modelo, que se mueven por otros parámetros. Unos cuantos de los que integran la serie “30 for 30” de ESPN buscan un enfoque diferente o una manera distinta de contar historias, generalmente fijándose en el ambiente y las consecuencias sociales y políticas de esa historia deportiva. “Los dos Escobar” traía al frente la extrema violencia generada por los narcos colombianos en los 90, “The Fab Five” entroncaba a aquel revolucionario equipo de baloncesto de la universidad de Michigan con tensiones sociales y raciales que siempre distorsionaron la imagen que se tenía de ellos, “Without Bias” habla sobre lo ignorante que era la sociedad estadounidense sobre el consumo de drogas cuando murió el prometedor Len Bias… y luego están los que buscan mostrar algo que puede no ser demasiado conocido, o incomprendido, y ponerlo al alcance del gran público.

Es lo que hace “Doin’ it in the park” con el baloncesto callejero de Nueva York, lo que se conoce como pick-up basketball. Su definición es bien sencilla; son los partidos que los chavales del barrio juegan en verano en las canchas de cemento de los parques de la ciudad. Los equipos se distribuyen dependiendo de cuánta gente haya en la cancha, y de quiénes sean, y se juega sin reglas. O según unas reglas no escritas pero aceptadas por todos los jugadores, que cambian de barrio a barrio y que lo mismo pueden referirse a la vestimenta (nada de uniformes completos de la NBA en Brooklyn, por ejemplo) que a cuántos puntos se juega. El equipo que gana se queda en la cancha y se enfrenta al siguiente grupo que quiera desafiarlos, y así se echan días enteros. “Doin’ it the park” está dirigido por Kevin Couliau y un veterano del streetball neoyorquino, Bobbito García,  y se dedica a documentar ese juego por los cinco distritos de la ciudad, explicando los diferentes tipos de partidos que puede haber (no todos son cinco contra cinco, o tres contra tres), la historia de los pick-up games en Nueva York y de lugares míticos como el Rucker Park de Harlem, y también hablan con bastantes jugadores, algunos de los cuales llegaron a ganar anillos de campeones de la NBA.

Es un documental sumamente entretenido, interesante porque te inicia y te sumerge en el mundo del streetball queriendo que nunca te pierdas, que siempre sepas de qué está hablando. Por supuesto, su interés es mayor para aficionados que conozcan a Julius Erving o a Kenny Smith, pero puede igualmente funcionar para “profanos” que no tengan demasiada idea de baloncesto. Lo que “Doin’ it the park” muestra es toda una cultura juvenil de barrio, una opción para muchos chicos de mantenerse apartados de los peligros de la calle. Aunque, en parte, esos peligros estén, según un reportaje de ESPN, acabando lentamente con la cultura del pick-up basketball en ciudades tan tradicionales en ese aspecto como Chicago.

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