26 diciembre 2017

16 películas de 2017


La entrada de resumen del año más tradicional en este blog es casi la de las películas del año. Que nunca es una lista de las mejores películas, sino de las que más me han gustado a lo largo de estos doce meses. Eso implica que, como toda lista de este tipo, es muy personal y que, probablemente, no va a coincidir con muchas de las que los medios publican en estos días.

Como ocurre todos los años, además de esa consideración inicial, hay que hacer otra más, que es que estas películas sólo son las estrenadas en España a lo largo de este 2017. Eso significa que algunas cintas estrenadas en 2016 en Estados Unidos, por ejemplo, no se vieron en nuestras pantallas hasta enero de este año para aprovechar el tirón de sus nominaciones al Oscar, y muchas de las que se incluyen en los repasos de los críticos de allá no se van a ver aquí hasta 2018. Y va a faltar en esta lista "The disaster artist" porque se estrena en España el último fin de semana del año. Podéis encontrar también estas 16 películas en mi perfil de Letterboxd.

- "La La Land": El homenaje de Damien Chazelle al musical clásico de Hollywood funciona a la perfección gracias, sobre todo, a una Emma Stone muy entregada, merecido Oscar a la mejor actriz. Stone siguió esta película con otra gran interpretación que ha pasado más desapercibida, la de Billie Jean King en "La batalla de los sexos".

- "Loving": Sin hacer demasiado ruido, centrándose sólo en sus dos personajes, la película cuenta la historia de Richar y Mildred Loving, una pareja pobre del sur que consiguió que el Tribunal Supremo de Estados Unidos derogara las leyes contra el matrimonio interracial.

- "Moonlight": Delicada y poética, fue un improbable, pero justo, Oscar a la mejor película con su historia de un hombre negro homosexual, y la difícil vida que lleva por eso.

- "Jackie": Es un ejercicio de estilo, pero qué ejercicio de estilo. La dirección de Pablo Trapero y la interpretación de Natalie Portman nos meten directamente en la mente de Jackie Kennedy tras el asesinato de JFK.

- "Logan": Una película de superhéroes como western crepuscular. Pueden hacerse cosas de verdad interesantes y diferentes con los justicieros de Marvel (y de DC).



- "Déjame salir": Terror con componente racial que va desvelándose muy poco a poco. Es un malsano (y al mismo tiempo muy divertido) episodio de "La dimensión desconocida" construido al milímetro.

- "Wonder Woman": El "Superman" de Richard Donner es la inspiración de la cinta de superhéroes que ha adquirido mayor dimensión social este año por centrarse en una mujer. También es sumamente entretenida.

- "Colossal": Nacho Vigalondo y Anne Hathaway son un dúo inmejorable en esta historia de mujeres que encuentran su valía, masculinidades tóxicas y monstruos que atacan Seúl.

- "La vida de Calabacín": Que no os engañen los adorables muñecos protagonistas de la película: los huérfanos protagonistas tienen vidas muy duras, pero para todos hay una segunda oportunidad y la posibilidad de encontrar sus propias familias.

- "Verano 1993": El mayor puñetazo emocional del año lo da el final de esta película sobre una niña que no sabe cómo procesar todo lo que le pasa tras la muerte de su madre.



- "Dunkerque": Christopher Nolan nos mete de lleno en la desesperación de los soldados británicos atrapados en Dunkerque al principio de la Segunda Guerra Mundial. Y esa desesperación les lleva a hacer muchas cosas con tal de escapar.

- "Verónica": El miedo a crecer se traslada a una historia de fantasmas y posesiones. Paco Plaza vuelve al terror por todo lo alto.

- "La llamada": El cuarteto que forman Macarena García, Anna Castillo, Belén Cuesta y Gracia Olayo imprime naturalidad, luz y energía a la adaptación del fenómeno musical madrileño.

- "La seducción": La atmósfera malsana de esa escuela de señoritas rodeada por la Guerra de Secesión está entre los logros del año. Las emociones reprimidas y el egoísmo arrogante chocan en una historia dirigida con gran pulso por Sofia Coppola.

- "La gran enfermedad del amor": Es una comedia romántica que sabe que ambos personajes tienen que ser interesantes y tener sus propios conflictos para que la historia de amor pueda funcionar. Y que esté basada en la vida de sus dos guionistas le da puntos extra.

- "Crudo": Una coming of age story de una chica estrictamente vegetariana que empieza a estudiar Veterinaria y descubre la carne, en todas sus acepciones. Mejor no digamos nada más.

Menciones especiales: la pelea de Kylo Ren y Rey en la nave en "Star Wars. Los últimos jedi", el gag del "toldo" de "Fe de etarras", el arranque a lo película de terror de "Madre!", la pelea en la antigua sala de fiestas de hologramas de Las Vegas en "Blade Runner 2049", lo que duelen las peleas de "Atómica", James McAvoy en "Múltiple", el encantador dúo que forman Oona Chaplin y Natalia Tena en "Tierra firme", el mensaje de "La librería", la fotografía de "Handia" y la mezcla de risas y lágrimas en "Bright Lights", el documental de HBO sobre Carrie Fisher y Debbie Reynolds.

Y, como todos los años, esta lista va acompañada de su correspondiente playlist de Spotify, que incluye uno de los temas de John Williams para "Los últimos jedi" sólo porque sí.



18 diciembre 2017

Los jedi, las jefas y los hombres frustrados


ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto "Star Wars: Los últimos jedi", es mejor que no sigáis leyendo.

"El despertar de la Fuerza" relanzó "Star Wars" para una nueva generación (y bajo los mandatos de Disney) intentando recuperar todos los puntos de contacto posibles con la trilogía original. Hasta se la llegó a acusar de ser un remake encubierto de "La guerra de las galaxias", por lo que había quien temía que "Los últimos jedi" fuera a seguir ese patrón y rehiciera de nuevo "El Imperio contraataca". Sí mantiene algunos aspectos de aquella película (el personaje de Benicio del Toro es un trasunto más cínico de Lando Calrissian, por ejemplo, y la Resistencia queda seriamente tocada), pero lanza esta nueva trilogía por un derrotero nuevo. Y lo hace poniendo más énfasis en la evolución de sus personajes y en la exploración de determinadas temáticas.

Lo más destacado que hace Rian Johnson, guionista y director de la película, es centrar toda la historia en el conflicto interno de Kylo Ren. Está obsesionado con la figura de su abuelo, Darth Vader, y cree que sólo podrá demostrar su valía, su poder, si sigue sus pasos y impone por la fuerza su legado. Todo su conflicto nace de que es un joven lleno de frustraciones que no sabe gestionar. En realidad, el problema de Kylo Ren es que toda la vida ha creído que es especial, todo el mundo le ha dicho que es especial, pero él no consigue estar a la altura de esas expectativas, de la idea de sí mismo que se ha creado en su cabeza. Y el único modo que se le ocurre para lograrlo es recurrir al terror y la fuerza bruta. Por ahí (además de en la actitud impulsiva y condescendiente de Poe Dameron) vienen todos los artículos de que "Los últimos jedi" es un tratado sobre lo peligrosa que es la masculinidad tóxica.

Realmente, da la sensación de que es uno de los temas que Johnson quería explorar. Los líderes que siempre están pensando en la supervivencia del grupo y tomando las decisiones más difíciles son mujeres, como la vicealmirante Holdo, y cuando los hombres están al mando, sólo dejan a su paso destrucción sin más. Tanto Holdo como Leia y Rey intentan que esos hombres saquen la cabeza de la cabina, dejen de mirarse el ombligo y de creerse especiales y se pongan a trabajar de verdad por el bien común. Rey lo intenta con Kylo Ren en una relación que es de lo más logrado de la película. Le enseña a ella que siempre hay muchos matices de gris, que las cosas no siempre son como nos cuentan y que nuestros héroes pueden tener los pies de barro. Rey se enfrenta a la propia oscuridad que hay en su interior (ese espejo en la isla de Luke muy a lo Dagobah, o al espejo de Oesed de Harry Potter, la verdad) y aprende que en la vida va a tener decepciones y frustraciones. Si Kylo Ren hubiera sabido que sus padres sólo eran meros chatarreros que lo habían vendido para pagarse las borracheras, habría destruido toda la galaxia. El quid está en que Rey, aunque evidentemente tiene ahí un trauma enorme, no se deja arrastrar por él. Como buena heroína, sabe que tiene un camino por delante más importante que sus propios problemas.

La dicotomía entre ambos personajes, y la arrogancia de Snoke que acaba siendo su final, es lo mejor de una película que entrega un gran espectáculo, aunque ciertamente su metraje es demasiado largo.  "Los últimos jedi" quiere mostrarnos que no hay buenos y malos tan evidentes en el universo de "Star Wars" al viajar a ese casino donde todos sus clientes son traficantes de armas que se hacen millonarios vendiendo tanto a la Primera Orden como a la Resistencia. También lo muestra en la impresionante (y muy japonesa) lucha de Rey y Kylo contra los guardias de Snoke, que explicita más aún el conflicto entre ambos. Kylo sabe que proviene de una familia con un legado importante y se obsesiona con seguirlo sin, realmente, plantearse quién es él más allá de dicho legado. Rey, sin embargo, no tiene ningún pasado familiar que le dé indicaciones de su camino vital; tiene que decidirlo por sí misma.

Podríamos estar hablando mucho sobre "Los últimos jedi"; su compresión (y alteración, éste es uno de sus fallos) de la línea temporal en la que transcurre la acción, la introducción de Rose, el último gran sacrificio de Luke, la manera en la que la Fuerza vuelve a ser algo mágico y todopoderoso, el impresionante look de escenas como la batalla en Crait, la maniobra kamikaze de Holdo o esa pelea en el salón del trono de Snoke, pero vamos a dejarlo por ahora. El fandom va a estar discutiendo hasta el infinito porque Johnson ha jugado con sus expectativas y no les ha dado lo que creían que iba a pasar. ¿Cómo cerrará el episodio IX la historia?

P.D.: No hemos hablado nada del papel de Leia y de la interpretación de Carrie Fisher en la película. Es una lástima que falleciera el año pasado porque tenía toda la pinta que la novena iba a ser su película, su momento de ser la mentora de Rey y de sacrificarse por la derrota de la Primera Orden y de su hijo. La Leia de "Los últimos jedi" es una gran despedida.

17 diciembre 2017

Los 20 episodios de 2017


Después de repasar mis series favoritas de 2017 y las cabeceras, llega el momento de los episodios del año. Como de costumbre, una no puede abarcarlo todo y no estarán en esta lista de 20 capítulos algunos que han dado mucho que hablar en "I love Dick", "Dear White People" o "Master of none" porque no he podido verlos, pero los seleccionados tienen todos algo que los hace destacar, ya sea un espectáculo digno de la gran pantalla o un tratamiento de temas espinosos muy acertado. Si queréis comparar, ésta era la lista del año pasado.

- "Heartbreaker" ("Sweet/Vicious"): La cancelación de la serie de MTV ha sido una de las más dolorosas del año, y más después de ver cómo maneja el capítulo en el que nos cuenta la violación de Jules que lo arranca todo.

- "Pride & prejudice" ("Día a día"): Penélope no entiende por qué le cuesta tanto aceptar que su hija es lesbiana, y el episodio en el que explora a fondo las razones es de los que mejor equilibra el humor con el comentario social.

- "American bitch" ("Girls"): Más un capítulo de tesis que otra cosa, explora el acoso sexual y el abuso de situaciones de poder mucho antes de que saltara el escándalo de Harvey Weinstein.

- "Chapter 5" ("Legión"): Aubrey Plaza como el malvado Lenny ha sido una de las revelaciones del año. Empezamos a verlo en este episodio que sigue los códigos del cine de terror de casas encantadas.

- "Duet" ("The Flash"): "The Flash" y "Supergirl" son dos series que siempre garantizan buenos ratos. Si se unen en un crossover musical repleto de guiños, lo hacen todavía más.


- "Once bitten" ("Big little lies"): El quinto episodio de la temporada es un punto de inflexión; es el momento en el que descubrimos que lo que estamos viendo es, en realidad, la historia de una relación abusiva, y lo prepara todo para el gran final.

- "Offred" ("The Handmaid's Tale"): El aspecto de cuadro de Vermeer y el contraste con la brutalidad del mundo de Gilead hacen que el primer episodio de la serie, nuestra toma de contacto con ella, se eleven como uno de los más destacados.

- "Certified" ("The Leftovers"): La despedida de Laurie Garvey se mete de lleno en uno de los temas de la serie: los supervivientes que no pueden seguir luchando para estar en este mundo.

- "The law of non-contradiction" ("Fargo"): Gloria Burgle se va a seguir una pista a Los Ángeles, y la serie nos da un pequeño cuento noir que respira espíritu Coen por los cuatro costados.

- "Part 8" ("Twin Peaks: The Return"): Con una actuación de Nine Inch Nails como prólogo, David Lynch se lanza a contarnos el principio de la Logia Negra, BOB y compañía. Y lo hace en sus propios términos abstractos.


- "Oxygen" ("Doctor Who"): ¿Qué pasaría si te tomaras al pie de la letra la expresión "te van a cobrar hasta por el aire que respiras"? Pues tenemos uno de los ejemplos de una última temporada del 12º Doctor para reivindicar.

- "Self condemned" ("The good fight"): Los recuerdos de Maia y su sentimiento de culpa ante el papel que pudo jugar en la estafa de su padre construyen un capítulo muy interesante, y con una Jane Lynch muy divertida como agente del FBI poco convencional.

- "Guillotines decide" ("Orphan Black"): La fiesta de Félix con todas las clones es una muestra de todas las virtudes de la serie, que lanza su final con un sacrificio que toca muy de lleno a los fans.

- "The spoils of war" ("Juego de tronos"): Drogon sobrevolando el ejército Lannister es una de las imágenes del año. No hay más que añadir.

- "Checkmate" ("Narcos"): El primer golpe del agente Peña contra el cartel de Cali está lleno de tensión. Es un juego del ratón y el gato que adentra la temporada en otra etapa más brutal.


- "What kind of bad?" ("The Deuce"): Eileen quiere dejar de ser Candy, su alter ego cuando hace la calle, y este episodio expone bien claro todas sus razones para empezar a interesarse por el cine porno.

- "Los refugiados del tiempo" ("El Ministerio del Tiempo"): Crisis de refugiados, un avance importante en la trama de la temporada y un homenaje a "Barry Lyndon" crean uno de los mejores episodios de la serie.

- "The mind flayer" ("Stranger things"): Los esbirros del Mundo del Revés asaltan el laboratorio de Hawkins dejando una hora llena de tensión y guiños a "Aliens".

- "Pérdida accidental de refrigerante" ("La zona"): El penúltimo capítulo de la serie cuenta los hechos que dieron comienzo a todo y destaca por el gran manejo de la situación en la central nuclear.

- "Magic to make the sanest man go mad" ("Star Trek: Discovery"): El viejo truco del bucle temporal se revitaliza con una exploración de la protagonista, Michael Burnham, y sus dificultades para afrontar sus sentimientos.

10 diciembre 2017

Diez cabeceras de 2017

Aunque Netflix haya añadido una opción de saltarte los títulos de crédito durante tus maratones, éstos siguen disfrutando de buena salud entre las series nuevas estrenadas este año. El nivel se mantiene tan alto, o más, que el año pasado, y como ya hemos empezado oficialmente las listas de resumen del 2017 televisivo, ésta no podía faltar.

Son las diez cabeceras que más me han gustado este año, por las razones que sean, y que nunca jamás me salto cuando veo los episodios. Ni haciendo maratón. ¿Cuáles son las vuestras?

"Big little lies"



Canción: "Cold little heart", Michael Kiwanuka.

"GLOW"



Canción: "The Warrior", Scandal.

(Sólo aparece en el primer episodio, pero merece la pena)

"The Deuce"



Canción: "(Don't worry) If there's a hell below we're all gonna go", Curtis Mayfield.

"Mindhunter"



Banda sonora de Jason Hill.

"Star Trek: Discovery"



Música de Jeff Russo (con inclusiones del tema de la serie original, de Alexander Courage, y de la película de 1979, de Jerry Goldmisth).

"Feud: Bette and Joan"



Banda sonora de Mac Quayle.

"Runaways"


Marvel's Runaways Main Title from Imaginary Forces on Vimeo.

Música de la banda Goldspot.

"The good fight"



Banda sonora de David Buckley.

"American Gods"



Música de Brian Reitzell.

"Godless"



Música de Carlos Alfonso Rivera.

05 diciembre 2017

Las 20 teleadicciones de 2017


Un año más, ha llegado el momento de repasar lo que ha dado de sí el año en cuanto a series, episodios, películas y, quizás, hasta cabeceras y parejas de personajes. Éste ha sido un año un poco diferente porque la actividad en este blog se ha reducido bastante, pero eso no quiere decir que una servidora no haya estado viendo series. El problema es que se estrenan tantas, que resulta complicado hasta ir al día con la que ya se está viendo, así que ni hablemos de las nuevas.

Por eso, aunque mi lista de teleadicciones de 2017 tiene veinte inclusiones, hay muchas que están desaparecidas porque aún no he podido verlas, tipo "Manhunt: Unabomber" o la segunda temporada de "Search Party". Pero las que están, sí han sido de mis favoritas. Y van sin un orden especial. Si queréis comparar, aquí están las veinte del año pasado.

(Sí, la foto es de "Duet", el crossover musical de "The Flash" y "Supergirl". Las mezclas entre las series del Arrowverso siempre son muy entretenidas).

- "Juego de Tronos": La séptima temporada ha ganado en espectáculo y ha flaqueado en otras cosas, pero el final se toca ya con la punta de los dedos, y se nota.

- "Godless": No es un western feminista, sino una miniserie del Oeste de toda la vida que aprovecha al máximo todos sus arquetipos. Tiene unos personajes femeninos estupendos, eso sí, y una Merrit Wever que casi es un trasunto femenino de los personajes de Clint Eastwood.

- "Mindhunter": Asesinos en serie entrevistados por agentes del FBI que están creando un perfil psicológico de todos ellos. Es, principalmente, gente que habla, pero qué conversaciones.

- "GLOW": La puesta en pie de un programa de lucha libre femenina en los 80 deja una serie con una Alison Brie muy entregada y una colección de personajes femeninos que funciona enseguida.

- "The good fight": Diane Lockhart vuela sola en este spin-off de "The good wife" que añade un personaje más complicado de lo que parece a simple vista en Maia Rindell y su familia de estafadores de guante blanco.


- "Star Trek: Discovery": El regreso a televisión de la franquicia de Gene Rodenberry tiene a una gran protagonista y fue ganando confianza conforme se acercaba al final de media temporada.

- "Legión": Las historias de superhéroes ya no van a ser las mismas después de ver cómo Noah Hawley y FX cuentan la de David Haller, el mutante más poderoso del mundo.

- "Buena conducta": Personajes complejos, historias que no van por los caminos que podrías esperar... La timadora y el asesino a sueldo de TNT merecen mucho la pena.

- "The Leftovers": La tercera y última temporada pudo no haber estado a la altura de la segunda, pero alcanzó unas cotas emocionales difícilmente superadas por otra serie este año.

- "Big little lies": Lo que parece una sátira de las amas de casa con dinero alrededor de un asesinato, evoluciona hacia algo mucho más profundo. Sus actrices merecían todos los Emmy que se llevaron.


- "Feud: Bette and Joan": La rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford se presenta como algo trágico, sobre todo por el grado de manipulación que había detrás para que otras personas ganaran mucho dinero a su costa.

- "Orphan Black": La aventura del Clone Club termina destapando toda la perturbadora conspiración detrás de sus creadores, y convirtiendo a las "sestras" en una verdadera familia.

- "Wynonna Earp": La heredera de Wyatt Earp caza demonios para cumplir una maldición familiar. Y, de paso, divierte al público mucho más de lo que debería.

- "Broadchurch": La tercera temporada recupera el pulso centrándose en una violación y en la exploración de todas las ideas preconcebidas sobre cómo debe comportarse una mujer. En ese aspecto, ha formado una interesante trilogía con "Top of the lake: China Girl" y "Liar".

- "El Ministerio del Tiempo": Una mayor serialización y la introducción de Lola Mendieta de joven han permitido que la serie mantenga el nivel en una temporada que ha olido también a despedida, aunque oficialmente no haya noticias.



- "Sé quién eres": Un thriller poblado de personajes retorcidos y manipuladores, en el que pocos se salvan de que los consideremos unos tiburones despiadados, ha sido de lo más destacado en la ficción española.

- "The Deuce": David Simon vuelve con una mirada al nacimiento de la industria del porno tan preocupada por las cuestiones económicas como por el papel de las mujeres en todo esto.

- "Día a día": Una sitcom familiar de toda la vida llena de encanto, con mucho corazón y una Rita Moreno desatada. ¿Qué más necesitáis?

- "The Handmaid's Tale": Ha sido una de las series del año, Adapta la novela de Margaret Atwood ampliando su universo y con una Elisabeth Moss espléndida en su centro.

- "Riverdale": Es un melodrama adolescente exagerado, pero también es posible que sea una de las series que mejor tratan el color y la iluminación en cada plano. Son un festín.

Bonus - "Twin Peaks": Los críticos estadounidenses llevan los últimos días discutiendo si el regreso de la serie puede considerarse o no una película. Lo cierto es que no se ha parecido a nada que hayamos visto en la pequeña pantalla en la última década.

21 noviembre 2017

El mito de los hombres difíciles


El libro "Difficult men", de Brett Martin (traducido en España como "Hombres fuera de serie") cuenta los entresijos de la creación de algunas de las grandes series de la última década a través de la figura de sus creadores, a los que el título del libro ya identifica directamente como "hombres difíciles". Con la excepción de Vince Gilligan (de quien se dice que la sala de guionistas de "Breaking Bad" era el entorno más agradable de todo Hollywood), Martin cuenta cómo todos esos guionistas tenían unos objetivos muy claros a la hora de poner en pie sus series y no iban a dejar que nadie se interpusiera en sus caminos, y el retrato que se pinta de ellos se resume en una cita del libro: es como dejar que un lunático dirija una división de General Motors.

Esa frase nunca se considera algo despectivo, Se pronuncia con respeto, idealizando la figura del showrunner, la persona que tiene la responsabilidad de sacar adelante la serie no sólo supervisando sus guiones, sino prestando atención al gasto del presupuesto, a la contratación de nuevos guionistas y actores, al montaje de los episodios... Es una gran responsabilidad que conlleva un gran poder, y alrededor de esa manida edad de oro de la ficción televisiva estadounidense se ha idealizado la figura del genio complicado, del hombre que debe pelear contra todo para garantizar la integridad de su visión, del capitán del barco que logra que todo su equipo reme en su misma dirección, el que tiene excentricidades y un humor un poco difícil, pero compensa porque, como ya hemos dicho antes, es un visionario.

Es el mito del hombre difícil, de que sólo se puede crear algo grande si hay tensión y conflicto. De que los genios y los visionarios no pueden ser tipos decentes y amables; sólo los antipáticos pueden conseguir obras maestras. Todas las acusaciones de acoso sexual y conducta inapropiada que están saltando en el último mes en Hollywood han expuesto, aparte del endémico abuso de poder, los pies de barro de ese gigante. Y el ejemplo más claro es el de Matthew Weiner.

El creador de "Mad Men" ya fue endiosado durante la emisión de la serie y mira ahora el mundo desde su posición de "guionista más importante de la televisión actual". Esa reputación se llevó pequeños roces durante su negociación para renovar su contrato con AMC (y, por ende, la propia serie) al acabar la cuarta temporada; la cadena pretendía aumentar los pobres ingresos publicitarios de "Mad Men", pero Weiner se negaba en redondo a alterar cualquier cosa de la serie, excepto su sueldo. Ya entonces se hablaba de su obsesión por controlar hasta el más mínimo detalle de la producción, insistiendo en que su nombre figurara como coautor de todos los guiones e incluyendo en ellos hasta los más mínimos gestos que los actores debían hacer (probablemente, eso impidió que se llevaran más Emmys que el solitario a mejor actor de Jon Hamm por la última temporada). Hasta enviaba cartas a los críticos con los screeners de la nueva temporada dándoles una lista de las cosas que no podían mencionar en sus críticas previas al estreno, que llegó a incluir hasta el año en el que transcurría la temporada.

Todo esto quiere decir que Weiner se ganó fama de "difícil", pero como estaba considerado un genio, prácticamente se consideraba que una y otra cosa eran inseparables y un mal necesario para que "Mad Men" saliera adelante. La acusación de una guionista de la serie, Kater Gordon, de que se comportó de modo inapropiado con ella y la explicación que otra guionista, Marti Noxon, dio después del enrarecido clima de trabajo que Weiner fomentaba entre sus colaboradores son un vistazo a esos pies de barro del culto al hombre difícil porque es un visionario, ¿Merecía la pena que todo el hospital soportara los malos modos de Gregory House sólo porque era capaz de diagnosticar lo que nadie lograba encontrar?

Ése es el dilema al que se enfrenta Hollywood ahora mismo. ¿Hay que dar vía libre a "terroristas emocionales" (como han descrito a Weiner), a hombres que abusan de sus posiciones de poder (como el presentador Charlie Rose), sólo porque se les considera genios sin parangón? ¿Realmente sólo se pueden crear obras maestras siendo un cretino?

05 noviembre 2017

La historia de Eleven


AVISO SPOILERS: Si no has visto el séptimo episodio de la segunda temporada de "Stranger things", "The lost sister", no sigas leyendo.

El peor episodio de "Stranger things". El capítulo en el que todo sale mal. El episodio en el que la serie se pierde. El capítulo que te puedes saltar. O, también, un respiro del pastiche ochentero que la serie debería repetir más a menudo. Ésas son algunas de las opiniones que se han vertido en los últimos días sobre "The lost sister", el antepenúltimo capítulo de la segunda temporada de "Stranger things". Un capítulo que frena en seco la trama principal en Hawkins, con el monstruo del Mundo del Revés a punto de invadir la realidad, para centrarse en la búsqueda de Eleven de su pasado, de su verdadera familia y, al final, de su propia identidad.

No es un bottle episode porque la acción no transcurre en una única localización (aunque sus personajes pasan la mayor parte del tiempo en ese viejo almacén abandonado), sino que es más uno de esos capítulos que, a veces, las series hacen para darle su hora exclusiva a un personaje concreto. Se centran en él o ella para profundizar en su retrato, para que el espectador lo conozca mejor, sobre todo si es un secundario que no ha tenido hasta ese momento oportunidad de brillar. Eleven no es una secundaria al estilo de Barb, de las que se ha mantenido en segundo plano; era una de las revelaciones de la primera temporada, y también uno de sus personajes más misteriosos. Ni siquiera sabíamos su verdadero nombre. Sin embargo, Hopper y Joyce habían averiguado algunas pocas pistas sobre ella mientras indagaban en las actividades clandestinas del laboratorio de Hawkins; sabían que se llamaba Jane, que se la habían arrebatado a su madre al nacer y que ésta había perdido la cabeza al intentar rescatarla.

En el proceso de crecimiento de Eleven no sólo cuenta que Hopper vaya ayudándola a ampliar su vocabulario, o a tener algo parecido a una infancia aproximadamente normal, o a que ella aprenda a controlar sus poderes. En dicho proceso es también importante que sepa cuál es su historia, de dónde viene, para poder aceptarse como es.

Eso es lo que hace "The lost sister". La temporada ya nos presenta en su prólogo a su "hermana", a la chica con la que Eleven entrenaba, lo que nos indica que, en algún momento, volveremos a verla. Y en cuanto la ya casi adolescente se escapa de la cabaña de Hopper, adivinamos dónde va a acabar. Kali es la "veterana" que puede ayudar a Eleven a dominar sus poderes, y también es el paso necesario para ella se dé cuenta de que su familia real son sus amigos de Hawkins y Hopper. En la historia de origen del superhéroe, éste siempre se pregunta cómo puede utilizar mejor sus habilidades y duda de si debería hacerlo, sólo para regresar mucho más convencido de que es lo que tiene que hacer.

¿Cuál es el problema entonces del capítulo? Que Kali y sus compinches son demasiado arquetípicos. Presentan un dilema muy interesante ante Eleven (dejarse consumir por la venganza y emplear sus poderes para el mal, o elegir la vida inesperada que encontró en Hawkins y ser una fuerza para el bien de todos), un dilema que a veces parece muy de los X-Men, pero el empeño en los guiños nostálgicos (a "Los amos de la noche") les resta fuerza. Es la gran paradoja de "Stranger things". Su nostalgia ochentera es lo que le ha ganado muchos fans, pero restringe el potencial de crecimiento de sus personajes. Eleven (¿o deberíamos empezar a llamarla Jane?) necesitaba ese paseo por su pasado para enfrentarse a su presente. La que tiene que empezar a mirar hacia delante es su propia serie.

16 octubre 2017

Los que miran al abismo


Hay una frase de Nietzsche que se utiliza mucho (hasta la extenuación) cada vez que se habla de personas que tienen que perseguir a asesinos crueles y despiadados, a otras personas capaces de los actos más sanguinarios sin que se les acelere el pulso. Esa "quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti" se emplea como moraleja; ten cuidado de que ese ecosistema en el que estás moviéndote no te transforme en el mismo tipo de persona que estás intentando detener.

Dicha moraleja se ajusta como un guante a "Mindhunter", la serie que David Fincher y Charlize Theron han producido para Netflix y que adapta un libro sobre el nacimiento del profiling, de la elaboración de perfiles psicológicos para atrapar a asesinos en serie cuyas víctimas parecen, a simple vista, elegidas al azar y con las que no mantienen ningún tipo de lazo. Su autor es John E. Douglas, ex agente del FBI que puso en marcha esa técnica entrevistando a decenas de asesinos en serie para intentar comprender cómo funcionaban sus mentes, como hombres en apariencia "corrientes" podían perpetrar crímenes tan horribles.

"Mindhunter" nos lleva al principio de todo, a un joven instructor en la academia de la agencia que se obsesiona con la posibilidad de adelantarse a esos asesinos aprendiendo todo lo que puede de los modus operandi y personalidades de los que están ya encerrados en la cárcel. Si consiguen saber cómo piensan los locos, pueden adelantarse a los locos, según afirma su compañero en la empresa, un agente mucho más veterano en la Unidad de Ciencias del Comportamiento. A ellos se unirá más adelante una profesora de psicología en Harvard que tiene que dar estructura académica a su estudio, tiene que convertirlo en algo que pueda utilizarse prácticamente. El resultado es, como indicaban por Twitter, algo parecido a "Masters of sex", pero con asesinos en serie psicópatas.

Sobre todo, su parecido viene porque la serie tiene mucho interés en mostrarnos cómo la investigación afecta a los que la realizan. La psicóloga, por ejemplo, tiene dificultades para reconciliar la teoría de lo que están haciendo con la aplicación práctica, mientras Holden Ford, el artífice principal del proyecto, va creyéndose demasiado lo que otros le dicen de que es un genio. La vanidad, su propia arrogancia intelectual le convierte en alguien bastante más parecido a los Edmund Kemper del mundo (el primer psicópata al que entrevistan) de lo que le gustaría admitir. Y esas similitudes se trasladan a sus compañeros, y son lo más interesante de la serie.

Ford se obsesiona demasiado con el tema. Bill Tench es un agente de la vieja escuela con problemas en casa, y al que no le gusta nada depender de las entrevistas con esos asesinos para poder hacer su trabajo, y Wendy Carr es alguien que ha aprendido a compartimentalizar su vida de tal forma, que su cara pública no delate quien es realmente en privado. Tanto Jonathan Groff como Holt McCallany forman enseguida un dúo que nunca es aburrido, y la manera en la que el foco de poder va girando cuando entra en escena Anna Torv es bastante notable, y desvela el modo en el que los tres se ven afectados por el estudio.

"Mindhunter" rara vez enseña actos violentos, pero sí escuchamos a sus perpetradores contarlos con todo lujo de detalles. En la manera en la que se centra en la investigación y en sus investigadores, recuerda también bastante a "Zodiac", la película que David Fincher dirigió sobre el Asesino del Zodiaco, especialmente en la desconstrucción de su protagonista principal, alguien que está tan seguro de sí mismo, y que se cree tan listo, que su caída tiene que ser memorable.

10 octubre 2017

Esto no es ser un fan


"Rick y Morty" es una serie que ha ido ganando cada vez más adeptos con sus nuevas temporadas. Pasó de ser una rareza de humor muy irreverente y referencias muy frikis, a un título de culto en su segunda temporada y, en la tercera, a una comedia ampliamente elogiada por la crítica y que casi ha dado el salto al entretenimiento más mainstream. Con esta ampliación de su fandom ha acabado llegando algo que, por desgracia, parecía inevitable; que surjan algunos que crean que son los únicos fans auténticos de "Rick y Morty", que sólo ellos pillan todas sus referencias, y que la única interpretación válida de la serie es la suya. Y se lanzan a proteger la "pureza" de sus episodios incluso de sus propios guionistas.

Durante la emisión de la tercera entrega en Adult Swim, esos malos fans decidieron que que hubiera dos mujeres escribiendo "su" serie era un agravio de tal magnitud, que su deber era acosarlas por redes sociales, hasta compartiendo sus daros personales. Dan Harmon dio varias declaraciones despreciando a esos fans, criticando que "parte de ese comportamiento es una subcultura basada en la testosterona en la que se dan palmadas en la espalda por trolear a estas mujeres" y diciendo, directamente, que le parecían asquerosos.

Éste es, quizás, el ejemplo más extremo de un debate sobre si el fandom está roto que lleva bastantes meses dando vueltas por internet. No hablamos ya de guerras de shippers, o de espectadores que se quejan en redes sociales por la deriva que toma su serie favorita; hablamos de fans que orquestan campañas de acoso contra guionistas hasta que los obligan a abandonar Twitter, como ocurrió con una dibujante de storyboards de "Steven Universe", o con Damon Lindelof tras años de aguantar protestas airadas por el final de "Perdidos". Para ellos, las decisiones creativas de esas personas estaban "corrompiendo" su serie favorita. Se consideran los únicos dueños de sus tramas y de sus personajes. Todo lo que no encaje en su concepción de la serie es un travestismo y hay que atacarlo como si fuera una infección.

¿Es eso ser fan de algo? ¿De verdad es motivo para estar orgullosos? Si la visión del creador de la serie no encaja con la que tú te has montado en tu cabeza, ¿hay que presionarlo, perseguirlo por redes sociales y acosarlo para que cambie su serie y la ajuste a lo que tú quieres ver?

La crítica es perfectamente legítima. Un guionista puede meter la pata y cerrar en falso una historia, o no aprovechar bien a un personaje, o elegir un curso de acción que, al final, no va a ninguna parte. Resaltarlo no es estar "traicionando" la serie. Opinar de manera diferente a otros fans, o a los mismos guionistas, es inevitable y no es algo que haya que reprimir. Llevar esa divergencia de puntos de vista al extremo, creer que sólo uno de ellos es válido y que no hay espacio para más opiniones es donde está el problema y donde llegan los comportamientos más sectarios.

"Rick y Morty" puede ser presa más fácil de estos malos fans por su construcción, porque apela en la superficie al humor más borrico, pero hay una capa muy compleja de sentimientos sobre la familia y sobre la valía de uno mismo que la convierten en algo más que una mera comedia friki de ciencia ficción. Hay quien aprecia todas sus capas y quien sólo se queda con la que más le gusta. Ninguna de las dos opciones es más "correcta" que la otra.

03 octubre 2017

Las series del otoño


La temporada televisiva 2017/18 ya lleva unas cuantas semanas de estreno, semanas en las que las networks estadounidenses han empezado a dejar ver sus remakes de series coreanas e israelíes, sus peripecias de corte militar y patriótico, sus sitcoms más o menos tradicionales, sus superhéroes, sus procedimentales menos ingeniosos de lo que ellos mismos se creen y, ocasionalmente, hasta algún estreno con cierto potencial para acabar siendo una ficción interesante, como mínimo.

En medio de los episodios piloto que ya han podido verse, destaca la ternura que desprende, sorprendentemente, "El joven Sheldon", especialmente en la relación entre ese Sheldon Cooper niño y su madre, y que abre un camino a lo "Aquellos maravillosos años" que podría de verdad despegarla de su serie madre, "The Big Bang Theory", y ofrecer algo diferente. También hay conexión entre los dos protagonistas de la comedia sobrenatural "Ghosted" (Adam Scott y Craig Robinson), y aunque no va a verse en CBS hasta noviembre (y poco después en España en AXN), el episodio de presentación más logrado, y que apunta a tener en su interior una serie mucho más interesante de lo que debería, es "SWAT", el remake de "Los hombres de Harrelson" que cuenta con Shawn Ryan entre sus productores. La sombra de "The Shield" se nota al centrar el conflicto en cómo Harrelson, un hombre negro criado en las calles del sur de Los Ángeles, tiene que reconciliar su apego al barrio con su deber como agente de operaciones especiales. Entre tanta serie militar (algunas tan convencionales y tan de "esto ya lo hemos visto muchas veces, y mejor, en 'Homeland'"), destaca que "SWAT" tenga la aspiración de meterse en asuntos sociales y raciales; por lo menos, es lo que se insinúa en el piloto.

Eso puede ser lo más notable en el lado de las cadenas en abierto, pero el que quizás sea el mejor estreno del otoño está en HBO y es "The Deuce", la ficción de David Simon y George Pelecanos sobre el ascenso de la industria del porno en el Nueva York degradado y arruinado de los 70. Como es habitual en las series de Simon, es el entramado económico detrás del asunto lo que más le interesa explorar, y lo hace con su habitual ojo por el detalle. Más sencilla de seguir de primeras que "Treme",   "The Deuce" se centra en las prostitutas que se movían por Times Square y la calle 42, en sus chulos, en los mafiosos que controlaban los bares, en los tipos que utilizaban como cara visible de dichos negocios y en los policías que patrullaban sus calles siguiendo el lema del laissez faire. 

Los personajes están perfectamente construidos y las conversaciones entre las prostitutas recuerdan a las que tenían los camellos de "The Wire" en las esquinas de Baltimore. Su primera temporada tarda en lanzar su historia principal (en el cuarto episodio vemos a los mafiosos comprar el edificio en el que, previsiblemente, instalarán un burdel, y sólo hemos tenido un vistazo al porno casi amateur de la época en un capítulo), pero compensa por ver a todos esos personajes navegar los peligros de una vida y un trabajo en las calles, de noche.

Otro día hablaremos de "Star Trek: Discovery", que también tiene pinta de ser uno de los estrenos del otoño, pero en otro nivel.

07 septiembre 2017

Audrey Horne tiene la clave


ALERTA SPOILERS: Como se va a comentar su escena final, no sigáis leyendo si no queréis saber nada de "Twin Peaks: The Return".

"Twin Peaks" ha sido un revival que no se ha plegado a ninguna de las convenciones que podríamos esperar de uno. Se ha resistido tozudamente a bañarse en la nostalgia de sus grandes éxitos pasados, aunque retomara momentos de sus dos primeras temporadas y de la película "Fuego camina conmigo". Tampoco ha intentado ofrecer una vía fácil de enganche para los espectadores que no hubieran visto "Twin Peaks" y que quisieran subirse al carro ahora. Y, sobre todo, no ha querido explicar casi ninguno de sus enigmas. Sí ha dado cierre a algunas historias (como la de Big Ed y Norma, o la bonita despedida a la Señora del Leño), pero ha jugado según sus propias normas, y las de nadie más.

Los últimos diez-quince minutos de la temporada son el ejemplo más evidente. Cooper viaja a Texas a buscar a Laura Palmer, que ahora vive allí con el nombre de Carrie Page. Su intención es llevarla de vuelta a Twin Peaks y a casa de su madre (esa Sarah Palmer en la que habita un ente sobrenatural) y, probablemente, conseguir así derrotar a BOB y sus secuaces. Pero todo el viaje, los largos trayectos en coche o la actitud de Cooper son extraños. Hay algo que no encaja en todo lo que vemos, y no sólo en esa noche en el motel que pasa con Diane, La sensación se confirma cuando ambos llegan a la casa y les abre una mujer que no es Sarah. ¿Qué está pasando allí? ¿Han viajado en el tiempo, como cree Cooper al preguntarse en qué año están? ¿Es otra trampa de los entes de la Logia Negra?

Es probable que la clave para comprenderlo (o, al menos, en parte) esté en la subtrama de Audrey Horne, Ha sido una de las que más ha frustrado a los fans. No volvemos a verla hasta el episodio 12 y, entonces, la encontramos separada por completo de la acción principal y hasta del resto del personajes del pueblo. Parece estar encerrada en casa, con su marido Charlie, y no para de hablar de gente a la que nunca antes se ha visto en la serie. El tema recurrente de todas sus apariciones es ir al Roadhouse a buscar a un tal Billy, y recriminar a su marido que no le deje hacerlo. Pero Audrey nunca consigue salir de la casa.

Lo cierto es que, desde el principio, toda su historia tiene un aire extraño. La manera en la que David Lynch la presenta transmite la sensación de que Audrey no está en Twin Peaks, está en otro lugar, atrapada. ¿Una dimensión alternativa, quizás? El aspecto de Charlie (que recuerda un poco al enano de la Habitación Roja), la verborrea sobre nombres que no significan nada para nosotros, el hecho de que siempre opte por quedarse en casa... Todo tiene el aire de que lo que está pasando con Audrey no es lo que estamos viendo. Y cuando por fin va al Roadhouse, y recupera su baile de siempre, y se asusta por los tipos que se pelean y pide a Charlie que la lleve de vuelta a casa, el hechizo se rompe.

Porque eso parece que le ha pasado a Audrey. No sabemos dónde está ni por qué está allí, pero ha estado viviendo en una "ilusión", o en otra dimensión, hasta que ocurre algo que consigue que escape de allí. ¿Pueden estar Cooper y Laura en la misma situación al final de la serie? ¿Es el grito animal de Laura la llave para que salgan de su propio Roadhouse? ¿Obedecía a eso la trama de Audrey, a ofrecernos una explicación de lo que íbamos a ver al final?

Lynch no es como otros creadores televisivos; él no va a explicar nada de lo que hemos visto. Si esta teoría es buena o paparruchas, queda sólo a nuestro entender.

30 agosto 2017

Androides y herederas del demonio

ALERTA SPOILERS: Esta entrada va a contener spoilers de la tercera temporada de "Dark Matter" y la segunda de "Wynonna Earp". Ándate con cuidado.


Hay un episodio de la tercera temporada de "Dark Matter", "All the time in the world", que representa bien lo que han sido estos trece capítulos. Tres se encuentra de repente atrapado en su propio bucle temporal, en un Día de la Marmota en el que todos sus intentos para avisar a sus compañeros de lo que está pasando, y para intentar romperlo, dejan algunos de los momentos más entretenidos y divertidos de la entrega. Sin embargo, cuando dicho bucle se resuelve, es la Androide la que de repente se encuentra viajando en el tiempo, pero dando saltos por el futuro. Los vistazos que recibe pintan un panorama tirando a oscuro para la tripulación de la Raza y para ella, y todo parece arrancar con esas naves negras con las que se cierra la temporada.

La invasión de los aliens y su conexión con la compañía que fabricó a Dos remite inevitablemente a la trama de las Sombras de "Babylon 5", aquella raza extraterrestre que fomenta la guerra entre narn y centauri para poder entrar después en la galaxia como Pedro por su casa. Aquí, se aprovechan de la guerra entre las corporaciones para hacer lo mismo, con la diferencia de que ellos se van a marcar también una "invasión de los ultracuerpos". Es una trama que casi no había aparecido hasta la recta final de la entrega, y que se integra en una de las líneas argumentales más exploradas por "Dark Matter": la verdadera naturaleza de Dos y la Androide.

Ésta última ha seguido confirmándose como el gran hallazgo de la serie, sobre todo en toda su reacción ante el descubrimiento de que fue Dos, en su vida anterior, quien la construyó y le dio esos atributos más humanos que ya poseía de base porque no quería perder a la mujer que la había creado a ella y, con el tiempo, se había convertido en bastante más que sólo su creadora. Las interacciones entre esos dos personajes después de ese momento no han tenido precio, y la continuada exploración de su identidad de la Androide es de los aspectos mejor manejados de la serie.


"Wynonna Earp" también ha completado una segunda temporada que ha construido sobre lo que mejor funcionaba en la primera entrega y ha ampliado su mitología, integrando también el embarazo de su actriz protagonista para añadir más matices a la personalidad de Wynonna. De hecho, ha contribuido enormemente a desarrollar más los lazos familiares que la unen a su hermana Waverly, que sabe no es una Earp, y su propia responsabilidad de protectora, más que de Purgatory, del heterodoxo grupo de gente que pelea por mantenerlo a salvo de los demonios que quieren destruirlo.

Ese grupo ha seguido la tradición de las series de Joss Whedon y ha desarrollado dinámicas de familia incluso con los nuevos añadidos, especialmente con un Jeremy que ha funcionado bien como alivio cómico en su presentación. Del mismo modo, las villanas han sido entretenidas y han representado un buen reto para los protagonistas, y la serie se ha preocupado por construirlas más allá del "son las malas a las que hay que derrotar al final".

"Wynonna Earp" es muy consciente de lo que es, y lo aprovecha al máximo. Tira de la buena química entre todos sus actores y del carisma de su protagonista para entretener todo lo que pueda, y en lo que puede presumir es de tener algunos de los paisajes más espectaculares de la ficción reciente. Se rueda en los alrededores de Calgary (Canadá), al igual que "Fargo", y los espacios abiertos cubiertos por la nieve le han dado un toque distintivo y muy personal.

24 agosto 2017

Ésta siempre ha sido 'Juego de tronos'


El sexto episodio de la séptima temporada de "Juego de tronos" ha "roto internet", como suele decirse, pero por la disección minuciosa y las protestas sobre algo más anecdótico que fundamental para la serie: sus elipsis temporales. Puede haber críticas hacia otros aspectos del capítulo, pero el 95% se han centrado en la dilatación y la compresión del tiempo en esa expedición al lago helado más allá del Muro. Que si "Juego de tronos" ha pasado a ser la serie más estúpida de la televisión, que si han inventado el teletransporte, que si todo es fanservice y está trufado de Deus ex machina, que si es un culebrón, que si aún es más misógina que antes, que si ahora vale todo, que si ésta no es mi "Juego de tronos", que me la han cambiado...

Algunas de esas críticas son perfectamente razonables; el manejo del tiempo en ese "Beyond the Wall" es torpe, cuanto menos (reconocido por Alan Taylor, el director del episodio), en Invernalia nos están escamoteando información (por lo que todas las quejas deberían esperar al último capítulo, por si acaso) y la trama va tan acelerada, impulsada por que ya casi puede tocarse el final con los dedos, que se pierden algunas cosas por el camino. Pero ésta sigue siendo "Juego de Tronos". No se ha perdido la esencia de la serie ni los personajes han pasado a ser incoherentes con lo que sabíamos de ellos. David Benioff y D.B. Weiss han hecho dar un paso al frente a la parte de su ADN que siempre supimos que dominaría su último tramo: la fantasía épica.

El gran reto de la serie para su última entrega es ése, integrar la mitad más "realista", la de los juegos de poder y las guerras polvorientas, con la de la magia de los Caminantes Blancos, los dragones y las profecías de Bran. No va a ser una integración fácil (este capítulo 7x06 bien lo ha mostrado) porque algunos de los códigos que rigen una parte chirrían en la otra, y los que se aplican en ésa se quedan muy cortos en la anterior. A la magia hay que ponerle unos límites para que no valga, efectivamente, para todo, pero también hay que construir al Rey de la Noche como el rival formidable que tiene que ser, como ese Sauron cuya derrota parece imposible. Los pactos con el espectador de una parte y otra no son los mismos, y lo más lógico es que vaya a haber llanto y rechinar de dientes constante hasta que lleguemos al ultimísimo capítulo.

Lo que sí tiene que mantener su "esencia" son los personajes. Y ésos, de momento, aguantan el chaparrón de elipsis confusas. A algunos, este último episodio les ha venido muy bien para volver a ser interesantes, para conseguir que los espectadores vuelvan a estar de su lado. Incluso los acercamientos personales rozando lo incestuoso son plausibles: "Juego de tronos" considera que lo honorable, la decencia y la inteligencia son cualidades atractivas. Tampoco pasa nada porque esos personajes sean guapos, claro.

¿De qué nos estamos quejando exactamente? ¿De una anédcota, que es lo que es todo el asunto del lago helado? ¿O de algo subyacente que está empezando a aflorar? Para ciertos espectadores, la progresiva importancia del Rey de la Noche es como si el alien hubiera salido del pecho de la serie. Para otros, representa más a Gandalf y Elrond apareciendo en el momento más providencial en el Abismo de Helm. "Juego de tronos" nunca ha sido perfecta; tenía un razón un crítico estadounidense que decía que, más que hacer buenos episodios, hace grandes momentazos, pero ha sabido construir personajes lo suficientemente bien definidos para que nos preocupe qué les va a ocurrir. Pisar el acelerador a fondo en su tramo final puede pasarle factura, sí, pero eso no lo veremos hasta que no aparezcan por última vez sus títulos de crédito.

Pero "Juego de tronos" no ha sufrido un cambio radical. Ha hecho que los sueños con cuervos, las chicas que pueden atravesar llamas sin quemarse, los muertos que se levantan, las sacerdotisas que dan a luz a sombras asesinas y los sacerdotes con el don de la resurrección, los brujos que convocan visiones, los asesinos que cambian de cara y los dragones se desplacen de los márgenes al centro de la historia. Cómo se cuente la historia puede estar sujeto a críticas, pero no que ésa sea la historia; siempre ha sido la que se iba a acabar contando.

17 agosto 2017

Una galaxia de mujeres


Con el final de "Orphan Black", bastantes medios estadounidenses han publicado reportajes que glosan el legado de la serie, que se centran en el impresionante trabajo de su protagonista, Tatiana Maslany, y que destacan la "agenda" feminista que la historia de Sarah y sus sestras ha tenido desde el principio. De hecho, ése ha sido casi el nexo de unión entre todos los artículos que se han ido publicando en la internet anglosajona en las últimas semanas. Ante una sociedad cada vez más entregada alegremente a discriminaciones que parecían superadas, una serie como "Orphan Black", que toma partido de un modo tan decidido, tenía que llamar la atención de los periodistas, aunque lo haya hecho ya en la última entrega y casi más como daño colateral por el Emmy a mejor actriz dramática que ganó Maslany el año pasado.

Pero toda atención es bienvenida para esta pequeña joya de la televisión de serie B, como la llamó en su momento una crítica estadounidense. Es la gran ignorada en todos los reportajes sobre series feministas que han aparecido a España a raíz de las nominaciones a los Emmy de "The Handmaid's Tale", quizás porque estar sólo en Netflix le ha dado poca visibilidad en nuestro país, cuando probablemente sea la más atrevida a la hora de mostrar sus credenciales, y tal vez que haya llegado a su final definitivo contribuya a sacarla de las penumbras. Porque la verdad es que merece la pena. En algunas críticas sobre su cierre se lamentaban de que quizás era demasiado pulp, demasiado abiertamente thriller y se zambullía con demasiado entusiasmo en el lado oscuro de la ciencia avanzada como para que sea incluida en un canon de series que favorece la austeridad y el tener ya aspecto de "serie importante". Que justo su falta de pretensiones, más allá de ser lo más entretenida posible, coarta las probabilidades de que la crítica sesuda se la tome en serio.

Y "Orphan Black" merece ser tomada en serio. Lo merece ya prácticamente sólo por su dedicación a construir un mínimo de cuatro protagonistas femeninas diversas, claramente distintas entre sí, cada una con sus personalidades y sus problemas, perfectamente tridimensionales y con el añadido de que todas están interpretadas por la misma actriz. El retrato individual de Sarah, Alison, Cosima y Helena, y la relación entre ellas, es el verdadero motor de la serie y lo que le permitió superar los baches creativos que fue atravesando (como su tercera temporada). Es también donde está ese legado feminista del que hablan todas las críticas. La mera existencia de esos cuatro personajes es toda una declaración de intenciones.

La construcción de la galaxia de mujeres, como afirma Felix, que puebla la serie es lo que la sitúa como una obra abiertamente feminista. Hay también personajes masculinos bien definidos, como el propio Felix, Art, el entrañable Scott o el impagable Donnie, pero son sus féminas lo que acaba definiendo "Orphan Black". Y las que acaban impulsando un final más centrado en los viajes emocionales de sus personajes que en la acción pura y dura.

06 agosto 2017

El problema de llamarse Sansa Stark


Uno de los personajes que lo ha tenido siempre más difícil a la hora de ganarse al fandom de "Juego de tronos" es Sansa Stark. La hija mayor de Ned y Catelyn empieza la serie (y los libros) como una niña inocente y tonta, una niña que todavía cree en historias de princesas y caballeros, que asume que las canciones sobre gestas heroicas son todas reales y que sueña con casarse con Joffrey porque así, cuando sea mayor, será reina.

El despertar de Sansa de todos esos sueños es violento, repentino y desagradable. En Desembarco del Rey descubre que no hay de verdad justicia, que las canciones de gestas están manipuladas y que las personas honorables como su padre no tienen una esperanza de vida demasiado larga. Sansa tiene que crecer deprisa, aprendiendo de maestras como Cersei, Margaery o Lady Olenna a moverse por la corte y a sobrevivir, y para cuando logra escapar de allí, está más que preparada para resistir los intentos de Meñique de "seducirla", tanto para que sea su socia en sus juegos por el poder como para que pueda entregarse algún día a sus atenciones románticas.

La evolución de Sansa como personaje ha sido una de las más interesantes que nos ha dejado "Juego de Tronos", especialmente hasta llegar a la posición que ocupa ahora, a la diestra de su hermano Jon Nieve. Y aunque eso ha hecho que unos cuantos espectadores redescubran a Sansa y hayan encontrado un nuevo afecto por ella, también parece haber incrementado el odio que otros sentían hacia ella cuando no era más que una niña ingenua. Sansa ha caído presa del "síndrome de Skyler White", o lo que es lo mismo, que las mujeres que "contradicen" de algún modo lo que quieren hacer los hombres protagonistas reciben toda la fuerza del odio del fandom.

En su caso, su "pecado" es ofrecer a Jon otra opinión diferente de la suya sobre cómo gobernar el Norte. Ha tenido sus deslices, como hacerlo en público, pero ha demostrado ser de los personajes más pragmáticos y realistas de la serie. De ésos hace falta tener también algunos cuando tienes muchos más problemas aparte de los Caminantes Blancos. Sin embargo, no apoyar al 100% todo lo que haga su hermano no casa bien con parte de los fans. Hay todo un hilo de Reddit dedicado a expresar y compartir esa animadversión. ¿Puede haber ciertas actitudes detrás de ese odio? ¿Puede ser simplemente que algunos espectadores no ha sido capaces de evolucionar con la serie? ¿Es posible que los ciegue el pelazo perfecto de Jon?

Lo cierto es que Sansa nunca podrá "redimirse" a sus ojos. Y es una pena, porque se pierden a uno de los personajes más interesantes de la saga.

31 julio 2017

Los hombres que no amaban a las mujeres


Cuando se publicó en Estados Unidos "Los hombres que no amaban a las mujeres", el primer libro de la trilogía Millenium de Stieg Larsson, la traducción de su título se cambió del "Män som hatar kvinnor" original ("los hombres que odian a las mujeres") a otro un poco menos beligerante, como si dijéramos: "la chica del tatuaje del dragón", en referencia a Lisbeth Salander. Se ahorraban comentarios de lectores que podían considerar ofensivo el título original, pero perdían la esencia de lo que Larsson estaba contando, que era una historia en la que el maltrato y la violencia sexual contra las mujeres ocupaba un lugar muy importante.

En esa historia, Larsson estaba dejando ver también su opinión al respecto. La indignación desde la que escribía (motivada también por las actividades de la extrema derecha sueca, y por el colaboracionismo con los nazis que nunca se ha llegado a discutir adecuadamente) era su declaración de intenciones, y esa misma declaración de intenciones se aprecia en dos series policiacas que adoptan un célebre diálogo de la segunda temporada de "The Fall", en el que Stella Gibson cita a Margaret Atwood: "los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres tienen miedo de que los hombres las maten". Esta serie era una interesante y complicada exploración de la misoginia, y su legado se mantiene tanto en la tercera entrega de "Broadchurch" como en "Top of the lake: China girl".

Las dos curiosamente, están compartiendo, más o menos emisión: BBC America está a punto de emitir en Estados Unidos el último episodio del whodunnit de Chris Chibnall, mientras BBC Two acaba de estrenar en el Reino Unido la segunda temporada de la obra de Jane Campion. Y ver seguidos un capítulo de una y otra presenta una fascinante reflexión sobre el modo en el que la sociedad contemporánea ve a las chicas y, por extensión, al resto del género femenino.

En "Broadchurch", Hardy y Miller (esos estupendos David Tennant y Olivia Colman) investigan esta vez una violación a una mujer de mediana edad. Según van hablando con posibles testigos y potenciales sospechosos, la temporada pinta un panorama de objetificación casual de la mujer que es su mayor crítica hacia ese ambiente misógino. Los chavales del instituto se pasan porno en clase porque todo el mundo lo hace, y hay quien se sorprende de que esa mujer en concreto haya sido violada porque es mayor y no demasiado atractiva, que es una idea que permanece subyacente en bastantes de los comentarios de algunos vecinos del pueblo. Hay un momento en el que Hardy reconoce que el caso le hace sentirse avergonzado de ser un hombre. Y resulta muy destacable el modo en el que se muestra el trato hacia la víctima, el apoyo que se le ofrece, y hasta su propia personalidad. No es una mujer con un carácter fácil, un poco en el estilo de la Beth Lattimer de las dos primeras temporadas, e intenta encontrar una explicación a lo que le ha pasado que le permita encontrar un camino para seguir adelante.

En "Broadchurch", los hombres que no cosifican a las mujeres se entregan a la autocompasión y al egocentrismo (la diferencia en la evolución de los padres de Danny es el mejor ejemplo), mientras en "Top of the lake: China girl", a sus hombres no se les ocurre que las féminas a su alrededor puedan tener ideas y motivaciones propias. De las chanzas y los comentarios a espaldas de Robin del resto de policías, más las burlas hacia la agente Miranda (Gwendoline Christie) por su altura, a los clientes de todos los burdeles de Sydney, la serie ofrece pocas excusas a sus personajes masculinos. Uno de ellos llega a afirmar que el destino del hombre es esclavizar a las mujeres, mientras se declara feminista.

Ambos títulos muestran lo comunes que pueden ser estos comportamientos, y cómo casi no les prestamos atención por la misma razón por la que los estudiantes de Broadchurch guardan porno en sus teléfonos, porque lo hace todo el mundo. Los destacan porque son integrales para sus historias y las investigaciones de sus policías, y al hacerlo, acaban situándose en la misma conversación que inició "The Fall" con su caracterización de Stella Gibson. Además de que, vistas ahora, no deja de resultar significativo ver a Offred buscando a los asesinos de una joven asiática, y saber que por los acantilados de Broadchurch se pasea la nueva Doctor Who.

28 julio 2017

Un último hurra para el 12º Doctor


AVISO SPOILERS: Si no habéis visto los dos últimos episodios de la décima temporada de "Doctor Who", es mejor que huyáis de aquí hasta que lo hayáis hecho. 

El anuncio de que el 13º Doctor va a ser una mujer, y el revuelo mediático que se ha organizado a su alrededor, ha hecho que unos cuantos espectadores tengan curiosidad por acercarse por primera vez a "Doctor Who" o que, si abandonaron la serie hace tiempo, les apetezca retomarla. Esos espectadores se bajaron de la TARDIS ante los síntomas de cansancio creativo que la serie ha dado en el tramo final de la etapa de Steven Moffat, y es una lástima, porque se han perdido a uno de los mejores Doctores de la era moderna, sino el mejor.

Diez puede ser la quintaesencia de la "Doctor Who" del siglo XXI, con el carisma de David Tennant y la facilidad con la que sus acompañantes se enamoraban de él, pero Doce ha transmitido a la perfección la naturaleza más íntima del personaje: su sentido del humor, la frustración con quienes no consiguen estar a la altura de su intelecto, el deseo constante de ayudar a quienes están en peligro... De todos los actores que han dado vida al Doctor desde 2005, Peter Capaldi puede ser, probablemente, el mejor, el que ha conseguido combinar con más destreza las excentricidades habituales del Doctor con una mayor sutileza a la hora de mostrar sus emociones.

No todas las historias de estas octava, novena y décima temporadas han estado a su altura, pero Capaldi ha sido siempre una delicia. O quizás ese adjetivo no sea el más adecuado, porque Doce también podía ser bastante gruñón, pero su timing cómico y, sobre todo, la manera en la que utiliza su silencio, los momentos en los que está escuchando a otros personajes, le ha dado el toque distintivo a su Doctor. No hay más que ver su rostro en el especial de Navidad de la octava temporada, "The husbands of River Song", cuando los tres villanos y la propia River hablan del Doctor sin darse cuenta de que lo tienen ahí mismo, de pie junto a ellos. Capaldi, además, ha funcionado igual bien con la Clara de Jenna Coleman (aunque ésta potenciara demasiado el lado emocional), la River Song de Alex Kingston y la Bill Potts de Pearl Mackie, una relación que la serie no termina de explorar del todo, pero que deja grandes momentos en los dos últimos episodios.

Estos "World enough and time" y "The Doctor falls" parecen echar el resto de lo que les quedaba tanto a Moffat como al propio Capaldi antes de ceder los bártulos a Chris Chibnall y Jodie Whittaker en el especial de Navidad. El enfrentamiento con los cybermen y con los dos Master (el psicópata de John Simm y la divertidísima Missy de Michelle Gómez) consigue aunar profundización en sus dos personajes principales, juegos temporales muy bien llevados y una gran reutilización de villanos clásicos, además de unos trucos visuales para mostrarnos a Bill dentro del cuerpo del cyberman realmente eficaces.

La décima temporada, en general, ha sido una recuperación con respecto a la novena, con algunos episodios realmente notables y una curiosísima crítica al nacionalismo británico y el capitalismo extremo en historias como "Thin ice" u "Oxygen". Bill y Nardole han sido añadidos correctos al mundo de "Doctor Who", aunque no hayan dejado tanta huella como se esperaba, y lo que sí ha sido muy destacable es esa despedida por todo lo alto de la temporada. Sobre todo porque, además, al empezar a insinuar la regeneración del Doctor ha hecho algo que las temporadas de Moffat pre 50 aniversario no solían hacer, que es acordarse de que hubo otros dos Doctores previos a Matt Smith.

No sólo es la visión de todos sus acompañantes de la era moderna cuando siente que está llegando el final de Doce, sino la repetición de las frases que tanto Diez como Once expresaron justo antes de regenerarse. Sobre todo, ese "no me quiero ir" de Diez fue realmente inesperado, y un toque curioso antes de que Doce tenga que afrontar su adiós definitivo.

Lo que también ha resultado muy curioso, viendo la temporada tras saberse que habrá 13ª Doctora, son todas las menciones que se hacen a que los Señores del Tiempo pueden regenerarse como hombres o como mujeres. No sólo está Missy para demostrarlo; el propio Doctor le reconoce a Bill que quizás él también fue una mujer en una vida anterior, pero que no lo recuerda. Toda esa charla es un simpático momento entre ambos personajes, un momento que muestra más lo que podrían haber sido que su viaje durante estos doce capítulos.

Ahora ya sólo queda el especial de Navidad, en el que Doce se encontrará con un Primer Doctor que también está a punto de regenerarse, y que igualmente se resiste a ello. ¿Se irá Steven Moffat entregando la historia más grandilocuente que se le ocurra? ¿O tomará otro camino?

Música de la semana: Retomemos esta sección con la publicación de las canciones de "Steven Universe" en formato de disco y con lo que podríamos decir que es su primer single, "Stronger than you", interpretado por Estelle, la voz de Garnet. Y con un vídeo musical grabado en la última Comic-Con de San Diego.

25 julio 2017

La locura del rey Targaryen


La séptima temporada de "Juego de tronos" está presentando en su inicio una interesante lucha de poder a poder. Los trailers apuntaban a la guerra entre Daenerys y Cersei por el Trono de Hierro y el control de Poniente, pero los dos primeros episodios de la entrega han mostrado que esa guerra va más allá de la mera conquista o la defensa de la corona: es casi una guerra filosófica, una lucha de estilos, de diferentes maneras de afrontar una situación de este estilo. Es como si Alejandro Magno se enfrentara a Vlad Tepes.

Sin meternos en terreno de spoilers graves, las tácticas que ambas reinas han usado hasta ahora favorecen esa comparación. Cersei asciende al trono después de hacer volar por los aires el Gran Septo de Baelor, con el Gorrión Supremo, Margaery Tyrell y buena parte de los prohombres de la ciudad dentro. La reina Lannister no destaca precisamente por su sutileza, y sus primeros movimientos para contrarrestar la invasión de Daenerys van por el mismo camino: no tiene demasiadas fuerzas a su lado, pero está dispuesta a lanzarlas todas de golpe para asestar el mazazo más fuerte posible.

La aspirante Targaryen ya ha utilizado esa táctica en su conquista de la Bahía de los Esclavos. Entra en todas las ciudades a sangre y fuego, pasando a cuchillo a los amos esclavistas y liberando a todos los hombres y  mujeres bajo su yugo, pero cuando se marcha a la siguiente ciudad, la situación vuelve a ser la de antes. En Meereen tiene que aprender la diferencia entre conquistar y gobernar, y entre hacerlo mediante el temor y las represalias o a través del respeto del pueblo. Por supuesto, no es fácil, porque si lo fuera, hasta Joffrey habría sido capaz de hacerlo bien, pero el debate constante entre Dany y Tyrion sobre lo cruentos que deben ser para conseguir sus objetivos ejemplifica esa brecha ideológica entre las dos reinas.

Sobre ambas pende, además, la sombra de Aerys II, el Rey Loco que Robert Baratheon destronó. Aerys pretendía arrasar toda Desembarco del Rey con fuego valyrio (algo que claramente sirvió a Cersei de inspiración) y no le dolían prendas a la hora de asar vivos a todos los nobles que le importunaran o ejercer derecho de pernada sobre sus esposas. Su hija Daenerys se pasa toda la serie luchando contra esa sombra. No hace más que repetir que ella no es su padre, y en los libros son muy comunes sus monólogos interiores preguntándose si la locura de Aerys no será hereditaria, si ella no acabará como él en cuanto suba al trono, si tiene alguna posibilidad de ser otro tipo de reina.

En la serie, Daenerys no exterioriza tanto esas dudas, pero el modo en el que escucha a sus consejeros, ya sean Missandei o Tyrion, parece indicar que las tiene igualmente. Se resiste a dejar sueltos a sus dragones porque sabe la destrucción descontrolada que pueden causar. Si el apellido Targaryen es sinónimo de locura y de tomarse demasiado al pie de la letra el lema de su casa, "sangre y fuego", ella parece dispuesta a no dejarse atrapar por ese legado. Por lo menos, en lo que hemos visto hasta ahora. De momento, la Reina Loca es más Lannister que Targaryen.