03 julio 2018

Las feministas de los años 20


De repente, Dios sabe por qué, a la ficción española le ha dado por la década de 1920. En su momento ya estuvo "La señora" con sus indianos que volvían de América, y su historia de amor imposible entre clases sociales diferentes, y en los últimos años han ido proliferando las series que utilizan esa década como un espejo en el que reflejar la situación de la mujer actual. En los años 20, la Primera Guerra Mundial había contribuido a cambiar ligeramente la posición de algunas mujeres a las que se les abría el mercado laboral (aunque fuera tímidamente), que tenían la opción de divertirse  y se veían liberadas de la tiranía del corsé. Las mujeres de clase-media alta descubrieron que era importante hacerse valer, anteponer a veces su bienestar individual a lo que la sociedad aún pedía de ellas, y entre flappers y sufragistas, en España aparecieron voces como la de María de Maeztu, que abogaba por facilitar el acceso a la educación de las niñas y por fomentar que las que quisieran pudieran continuar estudiando.

Es una década de cambios (cortados en parte en cuanto llegó la crisis económica de 1929 y, posteriormente, la Segunda Guerra Mundial) y, por lo tanto, muy golosa para ambientar allí ficciones. Lo curioso es que, en apenas dos años, hemos tenido "Las chicas del cable" (sobre cuatro telefonistas en el Madrid de 1928), "Tiempos de guerra" (sobre enfermeras en la guerra de África en 1921) y "La otra mirada" (sobre una escuela femenina en Sevilla en 1920), y falta por estrenarse "El Continental", centrada en un cabaré por el que pasan personajes de todo pelaje. Las cuatro coinciden en el protagonismo femenino y, especialmente, la serie de Netflix y la de La 1, sobre todo porque las dos enarbolan muy directamente la bandera del feminismo.

"Las chicas del cable" y "La otra mirada" buscan establecer paralelismos entre aquella década y la actualidad, entre las constricciones que las mujeres sufrían entonces y las de ahora, que no son tan diferentes. Para ello, descartan cualquier sutileza para hacer llegar su mensaje y optan por el camino más directo: una voz en off que constata que las mujeres tenían vetadas muchas cosas en los años 20, en un caso, y conversaciones entre los diferentes personajes que exponen esas situaciones, en el otro. Ambas pueden estar contando esas historias con una mirada claramente del siglo XXI, pero funciona mejor en una de ellas, quizás porque la excusa de la escuela y de las adolescentes a las que se está enseñando permite mejor esa estrategia.

"La otra mirada" tiene más claro desde el principio lo que es y lo que quiere hacer llegar al espectador. Su propósito es tocar temas actuales desde la coartada que da la época (hay un juicio por violación que recuerda inevitablemente a muchos recientes y muy mediáticos) y nunca pide disculpas por ello. Sus cuatro protagonistas principales (unas Macarena García, Patricia López Arnaiz, Cecilia Freire y Ana Wagener que se complementan perfectamente) tienen cada una conflictos bien definidos y hasta se acaba desarrollando poco a poco a las estudiantes.

"Las chicas del cable", por su parte, tiene más dificultades para encontrar su tono y su entidad. La mezcla de historias de amor y de misterio funciona a ratos y a veces da la sensación de que Blanca Suárez, Maggie Civantos, Nadia de Santiago y Ana Fernández están desaprovechadas. Y la obviedad de su mensaje es un poco más molesta. No necesita una voz en off para que quede claro lo que estamos viendo.

Y, por otro lado, "La otra mirada" cuenta con el punto extra de una impresionante banda sonora de Fernando Velázquez, de las que hace tiempo que no se escuchan en la televisión española.

16 mayo 2018

Las criadas contra los dragones


La temporada de los Emmy 2018 arrancó hace un par de semanas, cuando cadenas y plataformas de streaming comenzaron a lanzar sus campañas FYC (For Your Consideration) y sus eventos de visionados, sesiones de preguntas y respuestas y fiestas con los responsables de las series que confían en conseguir algunas nominaciones para esos premios. Netflix hasta ha creado su propio espacio pop up para promocionar a sus posibles candidatos.

Este año, sin embargo, son HBO y Hulu las que generan más debates porque, por primera vez, van a enfrentarse las dos últimas ganadoras del Emmy a mejor drama, sucesoras de "Breaking Bad" en la categoría. "The Handmaid's Tale" se benefició en 2017 de que "Juego de tronos" iba a estrenar su séptima temporada fuera del periodo de elegibilidad (que va del 1 de junio al 31 de mayo del año siguiente), por lo que no podía aspirar a ganar tres premios consecutivos, pero ese duelo directo sí que va a producirse este año. Y la cosa está interesante. La primera está emitiendo actualmente su segunda temporada, que todavía es más relevante culturalmente que la anterior; la segunda terminó su séptima entrega el pasado verano y la octava no se verá hasta el año que viene. ¿Puede ser esto un hándicap demasiado grande para que "Juego de tronos" vuelva a dominar los Emmy de drama?

Han cambiado muchas cosas en ese año que los dragones de HBO se tomaron como sabático. Para empezar, la cadena encontró en "Westworld" a su sucesora en cuanto a número de nominaciones (aunque luego no pudieran transformarlas en premios gordos) y, para continuar, Hulu se destapó como una rival a tener en cuenta gracias a la adaptación del libro de Margaret Atwood. La última temporada de "The Americans", "The Crown", la posibilidad de que "Killing Eve" dé la sorpresa... Hay unas cuantas nuevas variables en la categoría de drama desde que "Juego de tronos" se alzó con el gran triunfo en 2016, y eso que aquí es donde hay más probabilidades de que la serie vencedora repita victoria.

En comedia, la ausencia de "Veep" (forzada por el diagnóstico de cáncer de mama de Julia Louis-Dreyfuss) abre el campo a que la categoría se renueve, que es algo que a los Emmy les está costando bastante en los últimos años. "Barry", la segunda de "Atlanta" o "GLOW" podrían ser algunas de esas renovadoras, o quizás las networks podrán recuperar el terreno que han perdido con, glups, ¿"Roseanne"? "The marvelous Mrs. Maisel" pinta a favorita temprana y a gran (y tal vez única) esperanza de Amazon de llevarse un premio que ni "Transparent" ni "Mozart in the jungle" han podido nunca tocar.

Sin "Big little lies" en el horizonte, las miniseries también van a ser de las categorías que puedan dar más sorpresas. Hay quien apunta como posibles candidatas "The looming tower", "Godless", "The alienist", la segunda temporada de "American Crime Story" (aunque su recibimiento no haya sido como el de la primera) y "Twin Peaks", otra que estrenó su tercera entrega demasiado tarde para entrar en los Emmy 2017 y, quizás, demasiado pronto para los de 2018.

09 abril 2018

Los asesinos opuestos


"Barry" y "Killing Eve" son dos curiosas apuestas de los estrenos de series de esta primavera. La primera, de HBO, está cocreada por Bill Hader y Alec Berg y su protagonista es un asesino a sueldo que odia su trabajo, aunque es muy bueno en él. La segunda, de BBC America, es obra de Phoebe Waller-Bridge y tiene a una asesina a sueldo muy eficiente y creativa, una psicópata que adora su trabajo. Los responsables de ambas series se han hecho conocidos creando comedias (Berg es uno de los productores de "Silicon Valley" y Waller-Bridge lanzó "Fleabag"), pero ahora han decidido pasarse a un tema que, habitualmente, suele dar pie más a thrillers oscuros.

Y justo oscuridad no es lo que hay en estas series. "Barry", de hecho, es más directamente una comedia, pero de las deadpan, como dicen los anglos, aquellas en las que los personajes sueltan los chistes completamente serios. A Bill Hader se le da muy bien ese estoicismo, que encaja perfectamente en su personaje, un ex marine que, al volver a casa, trabaja de lo que mejor se le da, que es matar gente. Pero ese trabajo es como un vampiro que le sorbe lentamente el alma. Barry está desganado, sin un objetivo en la vida, va de misión en misión como un sonámbulo. Hasta que, durante una de ellas, se topa con, probablemente, la clase de interpretación más pretenciosa y con los alumnos con menos talento de todo Los Ángeles, y descubre que ser actor sí que lo llena.

El contraste entre la personalidad de Barry, su trabajo, la intensidad de pega de la clase, lo realizado que se siente en ella (aunque sea mal actor) y lo peculiares que son los mafiosos chechenos que lo contratan para ese trabajo es el motor de todos los chistes. Todos los personajes tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos, lo que siempre favorece el humor, y es curioso lo rápido que Hader consigue que quieras que a Barry le salgan las cosas bien. Sobre todo porque está rodeado de incompetentes que no hacen más que complicarle la vida.

"Killing Eve", por su parte, cuenta el juego del gato y el ratón entre una asesina internacional y una aburrida agente del MI5 para la que esta investigación es lo más emocionante que le ha pasado nunca. Las dos se entregan a sus respectivas misiones con entusiasmo. La asesina, Villanelle (Jodie Comer), no se priva de las mejores cosas, ya sea ropa de cama de diseño italiano, deliciosa comida o compañeros sexuales. Eve (Sandra Oh), la agente que le sigue la pista, necesita un trabajo que estimule su cerebro y tiene una vida familiar rutinaria y asentada. El primer episodio destaca por un sentido del humor un poco retorcido y juguetón, y por construir a dos protagonistas femeninas mejor dibujadas en sus escenas de presentación que otras en cuatro capítulos.

Que coincidan en emisión estas miradas humorísticas a los asesinos a sueldo es digno de mención, y también que sean tan diferentes. "Barry" se centra en un hombre en crisis buscando un sentido a su vida; "Killing Eve", en dos mujeres que saben que sus trabajos se les dan mejor que bien. Las dos apuestan por el humor sin banalizar los asesinatos que sus protagonistas cometen. Son dos refrescantes caras de la misma moneda.